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jueves, 18 de febrero de 2016

ANDREW MARVELL, un poeta rescatado del olvido

Andrew Marvell (1621-1678) fue en vida un poeta desconocido como tal, aunque sí era apreciado como prosista satírico. De hecho, la publicación de su obra poética fue póstuma, y hasta que T.S. Eliot la apreció y la comentó, era un poeta ignorado. En la actualidad, una vez reconocida su valía, hay tres poemas que se suelen considerar dentro del canon de la literatura inglesa: Una oda horaciana al regreso de Cromwell de Irlanda, El jardín —posiblemente el más admirado— y este que aparece aquí debajo, una versión muy reflexiva del carpe diem

A SU ESQUIVA SEÑORA

Si el mundo fuera nuestro, y el tiempo también,
no sería un delito, Señora, aplazar el placer.
Sentados pensaríamos qué camino seguir
y por dónde pasar nuestro amor perdurable.
Tú en el río Ganges hallarías rubíes
mientras yo me lamentaría a la orilla del Humber.
Yo mucho te amaría antes del Diluvio
y tú, si así te place, me dirías que no
hasta la Conversión de todos los Judíos.
Mi amor, como las plantas, más vasto
crecería que todos los imperios y más lento;
y cien años seguidos miraría tu frente
y muchas alabanzas diría de tus ojos;
y doscientos años adoraría tu pechos,
pero treinta mil lo haría con el resto.
Cien mil años al menos para conocer cada parte
y en los últimos cien mil en tu corazón entraría.
Pues mereces, señora, este trato elevado
y yo no te amaría con más bajas maneras.
Pero siempre tras de mí oigo que se acercan
los alados carros muy veloces del Tiempo
y podemos ver extenderse a lo lejos
los vastos desiertos de toda la eternidad.
Tu belleza entonces ya nunca será vista
ni en tu cripta de mármol sonará
mi canción y su eco; probarán los gusanos
esa virginidad que tanto preservaste
y tu honor riguroso no será más que polvo
y toda mi lujuria será de las cenizas.
Y un privado lugar muy bueno es nuestra tumba
pero nadie, que yo sepa, allí puede abrazarse.
Por eso ahora, mientras colores juveniles
afloran a tu piel como al alba el rocío
y tu alma deseosa por cada poro
transpira fuegos instantáneos,
pasémoslo bien mientras podamos
y, como aves de presa entregadas a amarse,
antes devoremos nuestro tiempo con prisa
en vez de languidecer ante su lenta caza.
Echemos a rodar toda nuestra fuerza
y toda la dulzura en una misma bola
y con áspera lucha rasguemos los placeres
por todas las puertas de hierro de la vida.
Así, aunque no podamos hacer que nuestro sol
se detenga, sí al menos podremos gobernar su carrera.

              Traducción de Ángel Rupérez (Antología esencial de la poesía inglesa).



Si no estoy equivocado, la de Pre-Textos es la última traducción que se ha publicado de sus poemas.

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