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sábado, 5 de septiembre de 2015

LA HERIDA ILUMINADA, de Beñat Arginzoniz

La poesía no es un asunto místico ni sagrado, no busca lo maravilloso ni le interesa lo extraordinario. La poesía no es un conjuro ni hechicería, no sabe de magia o de alquimia, y desconoce por completo qué pueda ser lo divino. La poesía, lejos de todo ritual o simulacro, se encuentra en lo cotidiano y supone sólo una mirada elemental sobre lo más sencillo (p. 60).

Como bien indica el paréntesis bajo el título, aquí recoge Arginzoniz una larga serie de aforismos y pensamientos sobre lo que entiende que es o no es la poesía. Algunos tienen una gran belleza, otros apuntan hacia el estilo manifiesto y otros más, me parece, se contradicen.

Escribir acerca de qué pueda ser la poesía, cómo hay que entenderla o qué es lo que presupone es, sin duda, complicado. El autor ha optado por el modelo más personal y comprometido posible, el del pensamiento breve, de tono poético subjetivo y, por tanto, absolutamente personal. Es decir, estamos ante un texto creativo, no un ensayo.

Aún así, cuando afirmamos algo, detrás de esa afirmación hay un significado. El modelo aforístico implica enunciados, en general, absolutos; es decir, sentencias que implican el total compromiso de quien las afirma. Y es aquí donde veo el problema. Difícil me parece sostener una cosa y la contraria al mismo tiempo.

Podríamos pensar, por la cita que he escogido para comenzar esta entrada, que Arginzoniz defiende un tipo de poesía basada en la experiencia, en lo real, al margen de concepciones trascendentalistas, románticas o simbolistas. Sin embargo, en la página 27 podemos leer: La poesía es la puerta de acceso a lo sagrado. En la 52: La poesía es esa magia o alquimia secreta que transforma lo terrible en bello y lo doloroso en placentero.  Y así, muchas más.

Sea la concepción que sea la que el autor comparte, el libro merece ser leído con tranquilidad y mirada adolescente, tal y como a veces leemos un libro de poesía, y dejarnos llevar más por lo que sugiere que por lo que realmente afirma, y dejarnos arrastrar por la belleza de los aforismos que más nos gusten.

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