Imagen tomada del blog de Laura Escribano. El rincón del fondo a la derecha era mío. |
No hablo del cierre de una empresa y de las consecuencias para quienes vivían de ella. Ni tan siquiera hablo de las cientos, posiblemente miles, de personas que han tenido una relación intensa, continua y cotidiana con este emblemático café madrileño. Para todas estas personas, objetivamente considerado, es mucho más significativo el cierre que para mí, que ni vivo en Madrid y que, cuando he estado, muy pocas veces he parado en él. Hablo de sensaciones.
A decir verdad, habré entrado en él menos de una decena de veces. Todas ellas hace muchos años. Pero en esas pocas ocasiones siempre tuve la sensación de estar sentado en un lugar especial, como si la realidad exterior se suspendiera y el mundo dejara de existir mientras yo permanecía dentro. Son sensaciones que poco o nada tienen que ver con las circunstancias reales.
Esa extraña y muy personal percepción de unos recuerdos, que ni tan siquiera puedo asociar a personas concretas —lo que les daría un valor intrínseco—, es la que, de repente, saltó por los aires al oír la noticia, como si un estallido de silencio se fuera agrandando en sucesivas ondas hasta hacerme materialmente consciente de que iba solo en el coche.
En el Café Comercial no inicié ningún romance adolescente, no tuve ninguna brillante idea, no participé en ningún debate apasionante con las amistades de la época, no leí ningún libro que me dejará una huella indeleble, no escuché ninguna conversación que marcara mis recuerdos. Tan sólo me sentí cómodo y extrañamente envuelto en una aureola de importancia. Ayer, en cambió, durante unos minutos, me sentí profundamente solo. Solo y perdido.
Ay amigo los espacios por los que pasamos alguna vez en la vida se van perdiendo con el tiempo, sea café, cine, teatro o una simple plaza, van desapareciendo poco a poco, y nuestros compañeros también, te entiendo y yo he sentido ese vacío algunas veces.
ResponderEliminarAlgún día será uno el que parta.
Un abrazo
Así es, Sergio, así es. Gracias por la comprensión y por acompañarme en este breve pero intenso desgarro interior. Es la herida del tiempo.
EliminarOtro abrazo.