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lunes, 9 de febrero de 2015

RIVALIDADES QUE ESTIMULARON EL AVANCE CIENTÍFICO

Lenguas viperinas y soñadores tranquilos
Michael WhiteEspasa, 2002.

No siempre los momentos estelares de la humanidad se levantan sobre sentimientos dignos de alabanza y encomio. Dicho de otro modo: la grandeza de algunos hallazgos, a veces, se asienta sobre las más bajas pasiones. A pesar de que esto pueda ser así en determinadas ocasiones, no se termina de ver en el libro cuál es la intención de relatarnos tantas bajezas, porque contar las rivalidades, envidias, malos modos y rencores de algo que ocurrió hace un buen puñado de años entre dos o más científicos, que a pesar de sus malos modos hicieron una contribución sustancial a la historia del conocimiento, no sé si tiene mucho sentido. Son cosas que entran más bien en la historia del cotilleo. 

Tampoco es ésta la única debilidad del texto, que tiene como objetivo poner en evidencia cómo a veces las rivalidades estimulan el avance de la ciencia, y eso puede ser un tanto a su favor. Sin embargo, el título me parece excesivo; el subtítulo es mucho más adecuado. El problema es que entre las distintas parejas de científicos que escoge, aparecen de repente Bill Gates y Larry Ellison que hace alusión a una rivalidad comercial, pero no científica. Otro tanto podría objetarse a la carrera espacial o de la competición por lograr la bomba atómica. Ambas son claramente rivalidades tecnológico-militares, aunque de ellas se hayan derivado múltiples conocimientos científicos.

A pesar de estas estridencias amarillistas, el texto de White tiene una buena prosa divulgativa y aporta información interesante en los capítulos que dedica a Newton-Leibniz, Lavoisier-Priestley, Darwin-Owen, Tesla-Edison o los nobeles Crick y Watson versus Rosalind Franklin. Es decir, que funciona bien como texto para conocer qué nos aportaron los personajes de los que se da noticia y qué valor tuvo en su momento y tiene en la actualidad aquello que descubrieron. Por lo demás, no hay nada mejor que una buena emulación para activar el deseo de realizar grandes hazañas, que ahí está el ejemplo de las catedrales del medievo.

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