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sábado, 22 de noviembre de 2014

LASCIA CH'IO PIANGA

Gracias a un amigo generoso y atento recibo todos los días un saludo musical. El primer correo que entra en mi buzón electrónico es el suyo, y siempre trae un vídeo en el que se recoge una pequeña pieza, por lo general, de música clásica. El miércoles de esta semana tenía en el buzón el aria de Händel Lascia ch'io pianga, que todo tipo de cantantes han interpretado y que gracias al cine —Farinelli, 1994— se ha convertido en un tema universalmente conocido, si no lo era ya.

El aria tiene los ingredientes necesarios para atraer nuestra atención: una música bellísima y una letra profundamente triste y conmovedora que nos hace empatizar inmediatamente con quien expone el ruego. Si a ellos añadimos que en la película, para recrear la voz del castrado Farinelli, se han utilizado dos voces distintas; si añadimos que el momento de la interpretación juega con dos tiempos distintos; y si tenemos en cuenta que lo que nos dice el tema viene subrayado por el desarrollo del momento afectivo, disponemos de todos los ingredientes necesarios para que nuestra implicación emocional sea absoluta.



Lascia ch´io pianga
mia cruda sorte,
y che sospiri
la libertà;
e che sospiri...
e che sospiri...
la libertà.

Lascia ch´io pianga
mia cruda sorte,
y che sospiri
la libertà;
e che sospiri...
e che sospiri...
la libertà.

Il duolo infranga
queste ritorte
de' miei martiri
sol per pietà;
de' miei martiri
sol per pietà.

Lascia ch´io pianga
mia cruda sorte,
y che sospiri
la libertà;
e che sospiri...
e che sospiri...
la libertà.

Lascia ch´io pianga
mia cruda sorte,
y che sospiri
la libertà;
e che sospiri...
e che sospiri...
la libertà. 
Deja que llore
mi cruel suerte,
y que suspire
por la libertad;
y que suspire...
y que suspire...
por la libertad.

Deja que llore
mi cruel suerte,
y que suspire
por la libertad;
y que suspire...
y que suspire...
por la libertad.

El dolor infringe
este sesgo
de mi martirio
sólo por piedad;
de mi martirio
sólo por piedad.

Deja que llore
mi cruel suerte,
y que suspire
por la libertad;
y que suspire...
y que suspire...
por la libertad.

Deja que llore
mi cruel suerte,
y que suspire
por la libertad;
y que suspire...
y que suspire...
por la libertad.

Si os gustan las interpretaciones más puristas o menos efectistas aquí tenéis la de Benita Valente, primero; la de Miah Persson, después:





Llorad cuanto queráis, pero luego enjuagaos las lágrimas, poneos de pie y haceos con vuestra parcela de libertad.

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