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lunes, 30 de junio de 2014

LOS DESORIENTADOS, de Amin Maalouf

Maalouf recoge en esta novela buena parte de sus preocupaciones y de sus opiniones con respecto a la tierra en la que nació y al funcionamiento, en general, de la sociedad. Sorprende un poco el título, ya que no se puede decir que los personajes estén en absoluto desorientados (desubicados sí, desterrados algunos también, pero nunca desorientados), y sorprende todavía más el final, por brusco e injustificado. 

Los desorientados nos cuenta la difícil historia de un encuentro entre amigos de juventud, después de que han pasado muchos años y de que la mayoría se hayan desperdigado por el mundo, huyendo de la guerras del Líbano, su país natal. El reencuentro del grupo, a raíz de la muerte de uno d ellos amigos, es el motivo que le sirve a Maalouf para reflexionar sobre conceptos tan importantes como la amistad, la organización social, el paso del tiempo, las creencias, el nacionalismo o el diálogo entre culturas.

La novela está bien construida, los personajes son todos creíbles, el escenario es el ideal para lo que el autor nos quiere plantear, los temas tienen peso específico suficiente como para interesar a cualquiera, pero a mí se me hacen a veces, no siempre, un poco pesados esos larguísimos e innaturales correos electrónicos que se intercambian los amigos. Largos y artificiales.

También entorpece el buen transcurrir de la historia, en ocasiones, esa obsesión por presentar tres redactores distintos: el novelista omnisciente, el personaje principal que relata su punto de vista en letra cursiva (pero que no se diferencia en nada del autor) y el resto de los personajes a través de sus mensajes. A veces la aparición de alguna de esas voces es innecesaria o excesiva.

A pesar de todo, la novela se lee con soltura e interés desde el principio porque la exposición y el tratamiento de los temas resulta creíble en todo momento, el relato de los hechos está bien engarzado y se nota la sinceridad del autor cuando nos introduce en algunas de sus obsesiones particulares. Aunque sigo pensando que su mejor novela sigue siendo León el africano.

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