No cabe confiar en que los reyes filosofen o esperar que los filósofos lleguen a ser reyes, pero tampoco hay que desearlo, porque detentar el poder corrompe inexorablemente el libre juicio de la razón. Sin embargo, es imprescindible que los reyes no hagan desaparecer o acallar a la clase de los filósofos y que, por el contrario, les dejen hablar públicamente para que iluminen su tarea.
Hacia la paz perpetua. Suplemento segundo. Traducción Rodríguez Aramayo.
Una aclaración tal vez innecesaria: donde pone reyes, léase gobernantes; donde dice filósofos, intelectuales.
Podéis consultar otra traducción en la Biblioteca virtual universal.
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