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domingo, 26 de enero de 2014

CUANDO LA LITERATURA SE CONVIERTE EN CORRAL

Cuando era joven y empezaba a interesarme por la literatura, no podía creer que dos grandes poetas como Góngora y Quevedo se enzarzaran en una pelea de gallos absurda y dolorosa, por más que lo dijera el profesor de Literatura, a quien admiraba profundamente y a quien creía todo lo que nos contaba, menos eso. Mis quince ingenuos años no aceptaban vileza tal en grandes figuras.

Luego fui comprobando por mí mismo que no importaba el lugar que se ocupara en el mundillo literario para enfangarse en una refriega barriobajera con el vecino de turno. 

Por desgracia, estar dotado de una sensibilidad fuera de lo común para percibir y expresar el mundo no tiene nada que ver con disponer de la más común de las sensibilidades para respetar al otro. ¡Qué lástima!

Escribía Paul Valéry:

           Qué vergüenza escribir sin saber lo que son el lenguaje, el verbo, las metáforas, los cambios de ideas, de tono; ni saber concebir la "estructura" de la duración de la obra, las condiciones de su fin; ¡apenas el porqué y en absoluto el cómo! Enrojecer de ser la Pitia. 

Reescribían André Bretón y Paul Éluard:

               Qué orgullo escribir sin saber lo que son el lenguaje, el verbo, las comparaciones, los cambios de ideas, de tono; ni sin concebir la estructura de la duración de la obra, ni las condiciones de su fin; ¡en absoluto el porqué y en absoluto el cómo! Ponerse verde, azulear, blanquear de ser el loro...

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