El
lenguaje es la casa del ser. En su morada habita el hombre. Los pensadores
y poetas son los guardianes esa morada.
Puede
que las palabras
sean
parte de nuestra residencia.
Puede.
Puede
que la vida
parezca
un conjunto más o menos armonioso
de
palabras.
Puede.
Puede
que las palabras
sean
necesarias
para
transitar por la vida
y
sus obstáculos.
Puede.
Puede
que los sentimientos
y
sus comarcas más oscuras
sean
alumbrados por las palabras.
Puede.
Puede
que la belleza, nunca la bondad,
sea
deudora
de
la extraordinaria capacidad para crear
de
la palabras.
Puede.
O
puede que las palabras
formen
parten del engaño
que
oculta el vuelo
y
el aire que lo sostiene.
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