El texto principal ha sido escrito por el que hoy es director del British Museum, Neil MacGregor, pero no es un trabajo individual, ya que en la elaboración del proyecto han tomado parte muchos especialistas e insertados (muy bien, por cierto) entre las explicaciones de MacGregor se van intercalando otros textos de todo tipo de personajes, fuertemente relacionados con el objeto motivo de estudio, que son mucho más que citas, puesto que aportan una gran profundidad a la explicación y un punto de vista singular y significativo.
El libro cumple magníficamente el objetivo de ofrecer una mirada distinta a la historia del mundo. Distinta, claro, a la de los textos académicos, entre otras cosas, porque hace hablar a los objetos y deja a un lado los documentos escritos, normalmente redactados por los vencedores de la historia, porque la cultura material está presente de forma continua, porque no ofrece nunca un punto de vista sino varios, porque la información que se nos ofrece es muy dinámica y porque no es un libro de historia al uso.
El libro, además, puede funcionar como una historia del arte, como una historia de la vida cotidiana, como una caja de sorpresas si uno se deja seducir por el azar y, desde luego, como una guía de lujo del Museo Británico, el museo que más me gusta de los que conozco. Abandonarse a la fascinación de sus salas con este libro en la mano es uno de los mejores recorridos que se puede hacer por él.
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