Todas estas preguntas absurdas y otras cuantas más encuentran respuesta en la Antología de Spoon River, de E. L. Masters, ese abogado con un toque ácrata y atípico poeta que consiguió un tremendo éxito cuando publicó por primera vez esta colección de poemas.
Me ahorro más comentarios porque las palabras de Manuel Rico, las que aparecen en la contraportada del libro, son mucho más esclarecedoras que las mías y, de esta manera, queda más espacio para la poesía.
LA COLINA
¿Dónde están Elmer, Herman, Bert, Tom y Charley,
El flojeras, el cachas, el comediante, el borracho, el broncas?
Duermen, están durmiendo todos en la colina.
El flojeras, el cachas, el comediante, el borracho, el broncas?
Duermen, están durmiendo todos en la colina.
A uno se lo llevó la fiebre,
otro se chamuscó en la mina,
a otro lo mataron en una pendencia,
otro murió en la cárcel,
y el otro se cayó del puente en el que curraba para mantener a su familia.
Duermen, duermen, están durmiendo todos en la colina.
¿Dónde están Ella, Kate, Mag, Lizzie y Edith,
la sensible, la ingenua, la voceras, la orgullosa, la viva la vida?
Duermen, están durmiendo todas en la colina.
Una murió al alborotar,
otra de mal de amores,
otra a manos de un bestia en un burdel,
otra con depresión aguda, por hacerle caso al corazón,
y la otra, tras una vida díscola en Londres y París,
la trajeron de vuelta a su agujero de tierra Ella y Kate y Mag-
Duermen, duermen, están durmiendo todas en la colina.
¿Dónde están tío Isaac y tía Emily,
el viejo Towny Kincaid y Sevigne Houghton,
Y Walker, el alcalde, que trató
a los venerables hombres de la revolución?
Duermen, están durmiendo todos en la colina.
Les habían devuelo muertos a sus hijos de la guerra,
a sus hijas aplastadas por la vida,
con hijos sin padre, llorando...
Duermen, duermen, están durmiendo todas en la colina.
¿Dónde están Jones, el viejo músico,
que se divirtió de lo lindo durante sus noventa años,
a pecho descubierto en plena ventisca,
bebiendo, declamando a voces, sin pensar nunca en su familia,
ni en el dinero, ni en el amor, ni en el cielo?
Aquí lo tienes, contando batallitas de antaño,
las carreras de caballos de los buenos tiempos en Clary`s Grove,
o lo que dijo Abe Lincoln
una vez en Springfield.
que se divirtió de lo lindo durante sus noventa años,
a pecho descubierto en plena ventisca,
bebiendo, declamando a voces, sin pensar nunca en su familia,
ni en el dinero, ni en el amor, ni en el cielo?
Aquí lo tienes, contando batallitas de antaño,
las carreras de caballos de los buenos tiempos en Clary`s Grove,
o lo que dijo Abe Lincoln
una vez en Springfield.
Este es el poema inaugural. Lo mejor viene después, cuando los muertos nos cuentan su vida.
Gracias, Luis.
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