Estando el de Samos al final de su vida
amigos y discípulos le
rodeaban
y no cesaban de lamentar
tan triste situación.
Algunos hablaban en voz baja
entre ellos
y otros, más seguros de sí
mismos,
se dirigían al maestro
con reflexiones como ésta:
-¡Qué pena
que nos dejes
ahora que empezábamos a
disfrutar contigo del Jardín
tanto como de tus palabras!
Entonces
Epicuro pidió silencio y dijo:
-No me
molestéis más en mis últimos momentos
y no lloréis mi pérdida
puesto que yo no pierdo nada.
He disfrutado de la vida
cuanto he podido,
he intentado enseñaros cuanto
sabía
y creo haber sido tan dichoso
con mis amigos
como ellos conmigo.
Triste sería
que me fuera de la vida sin
haber vivido,
pero no es mi caso.
Así, pues,
antes de guardar silencio,
agradecedme cuanto os he
querido
y seguid luego disfrutando del
Jardín.
Del poemario Contra el ritual de la muerte
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