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lunes, 23 de enero de 2012

LAS RAÍCES TRIVIALES DE LO FUNDAMENTAL

He aquí un libro de divulgación científica que incluso me ha servido de aliciente y fuente de inspiración para escribir un poema. Está claro, por lo tanto, que el libro ha captado algo más que mi atención.

Wagensberg es uno de esos divulgadores (además de hombre de ciencia) que me gustan especialmente porque, además de exponer con claridad, siempre conecta muy bien con elementos reales cualquier idea, por compleja y abstracta que sea.

En este libro, lo voy a decir con sus palabras, parte de entender como trivialidad una verdad por todos sabida, una verdad que se garantiza a sí misma y que, por lo tanto, no necesita apelar a la observación directa de la realidad de este mundo (pag. 13). A partir de ahí, nos lleva por una reflexión que empieza en los fundamentos triviales de la mecánica clásica y que después de pasar por la biología, la economía o la sociología, termina haciendo filosofía desde la ciencia, es decir, acaba como empieza: atreviéndose a construir pensamiento desde el conocimiento que él tiene de la realidad. Lo que siempre es muy loable en un científico.

Este es un libro que, de alguna manera, recuerda el Tractatus de Wittgenstein, ya que en ambos se va avanzando a partir de proposiciones de las que se van derivando nuevas proposiciones. Pero no os asustéis, es mucho más comprensible que la sesuda reflexión del vienés. Y es un libro (la idea no es mía, y siento no recordar dónde la he leído) que ganaría profundidad, riqueza y sentido en un debate sobre el mismo. A ser posible, claro, un debate realizado por especialistas.

Os dejo un par de proposiciones del último capítulo, La realidad cambia por selección, posiblemente el más interesante del libro y también el más discutible, junto con la reflexión final:


  • La identidad viva tiende a "seguir viviendo", por lo que el criterio para perseverar es la "adaptabilidad" (pag. 229).
  • La identidad colectiva (o soscial) tiende a "seguir sobreconviviendo" por "negociabilidad" (pag. 232).
  • La realidad es como es y su comprensión se levanta sobre dos columnas indestructibles, una es una gran certidumbre y la otra una gran trivialidad. La primera es la certidumbre de la incertidumbre: nada hay más cierto que la afirmación de que el mundo es incierto. La incertidumbre es el auténtico motor del cambio. La segunda es la trivialidad fundamental, la trivialidad, ahora sí, de todas las trivialidades: es la tendencia de toda individualidad a perseverar en su identidad (donde la identidad es aquella parte de la individualidad que tiende a perseverar). Si no fuera por la presión de la incertidumbre y por el peso de la gran trivialidad fundamental aún seríamos todos bacterias (pag. 2589.
Feliz lectura.

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