Para Ana y Sergio
En algún lugar de Europa,
preferiblemente meridional,
suena el timbre insoportable
de un despertador
antes de que el sol
se haya levantado.
Desde la más profunda apatía
alguien salta fuera de la cama,
se dirige sin ánimo a la ducha,
toma un bocado al vuelo en la cocina,
registra mentalmente los despachos
que tiene previsto visitar esa mañana
y se echa a la calle
un día más
en busca de trabajo:
Sísifo reinicia su tarea.
Diosmío, qué valor, no he vivido esa sensación jamás: firmé mi primer contrato con 17 años, tuvo que venir mi padre a firmarlo conmigo. Y desde entonces siempre he tenido empleo, nómina, independencia, seguridad... un lujo para los tiempos que corren.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con la frase de cabecera, es mía: el aprendizaje no termina nunca y eso lo hace cautivador. Ni conocía la frase ni el autor: indagaré por ahí.
Saludos y gracias por tu visita.
Se me olvidaba lo más importante: me gusta el poema.
ResponderEliminar¡Hola, indigo!
ResponderEliminarMuchas gracias por los comentarios.
Te doy la referencia exacta de la frase: La aventura del universo. Ed.Crítica (colección: Drakontos bolsillo), 2007. Pag. 429