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jueves, 14 de diciembre de 2023

VICENTE ALEIXANDRE


Juan de la Cruz y Vicente Aleixandre (1898-1984) no solo comparten la pasión por la poesía, el azar ha querido reunirlos en la contabilidad del tiempo. Ambos fallecieron un 14 de diciembre.

De entre los muchos y ejemplares poemas que Aleixandre escribió en su dilatada obra poética, hoy quiero dejar aquí uno de entre los que más me gustan. Pertenece a Historia del corazón (1954). Es el que abre el poemario. 

COMO EL VILANO


Hermoso es el reino del amor,
pero triste es también.
Porque el corazón del amante
triste es en las horas de la soledad,
cuando mira los ojos amados
que inaccesibles se posan en las nubes ligeras.

Nació el amante para la dicha,
para la eterna propagación del amor,
que de su corazón se expande
para verterse sin término
en el puro corazón de la amada entregada.

Pero la realidad de la vida,
la solicitación de las diarias horas,
la misma nube lejana, los sueños, el corto vuelo inspirado
del juvenil corazón que él ama,
todo conspira contra la perduración sin descanso de la llama imposible.

Aquí el amante contempla
el rostro joven
el adorado perfil rubio,
el gracioso cuerpo que reposado un instante en sus brazos descansa.
Viene de lejos y pasa,
y pasa siempre,
y mientras ese cuerpo duerme o gime de amor en los brazos amados,
el amante sabe que pasa,
que el amor mismo pasa,
y que este fuego generoso que en él no pasa
presencia puro el tránsito dulcísimo de lo que eternamente pasa.

Por eso el amante sabe
que su amada le ama
una hora, mientras otra hora sus ojos
leves discurren
en la nube falaz que pasa y se aleja.
Y sabe que todo el fuego que común se ha elevado
sólo en él dura. Porque ligera y transitoria es la muchacha
que se entrega y se rehúsa,
que gime y sonríe.
Y el amante la mira
con el infinito amor de lo que se sabe instantáneo.
Dulce es, acaso más dulce, más tristísimamente dulce,
verla en los brazos
en su efímera entrega.
"Tuyo soy —dice el cuerpo armonioso—,
pero sólo un instante.
Mañana,
ahora mismo,
despierto de este beso y contemplo
el país, este río, esa rama, aquel pájaro..."

Y el amante la mira
infinitamente pesaroso —glorioso y cargado—.
Mientras ella ligera se exime,
adorada y dorada
y leve discurre.
Y pasa, y se queda. Y se alza y vuelve.
Siempre leve, siempre aquí, siempre allí; siempre.
Como el vilano.

Páginas de interés sobre el poeta:
Y este breve documental que reivindica su presencia, su poesía y que se recupere para la cultura, para la literatura, es decir, para la ciudadanía, la casa en la que vivió el poeta antes de que sea demasiado tarde:


***


JUAN DE LA CRUZ

14 de diciembre de 1591, exhausto, comido por la fiebre y los tumores, muere en Úbeda, Jaén, el mayor poeta místico en lengua castellana. 

No es la primera vez que dedico una entrada a este frailecillo genial; de hecho, la entrada del 21 de marzo de 2020, recién comenzada la pandemia y en pleno confinamiento, en la que coloqué el vídeo de Amancio Prada interpretando el Cántico espiritual junto con la Orquesta y el Coro de RTVE, fue la más visitada semana tras semana durante muchos meses. Aquel año tuvo más de 5000 visitas.

Hoy, para conmemorar el aniversario de su nacimiento, traigo otra interpretación de Amancio Prada. En esta ocasión se trata de las estrofas 31 y 32, "Oh ninfas de Judea". Estuvo acompañado por los violonchelos de Hilary Fielding y Rafael Domínguez y por las voces de la Escolanía de Segovia dirigida por Marisa Martín en el Teatro de La Abadía, Madrid, en febrero 2011. Una preciosidad.


CÁNTICO ESPIRITUAL

Canciones entre el alma y el Esposo


Esposa


1. ¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.



2. Pastores, los que fuerdes
allá por las majadas al otero:
si por ventura vierdes
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.



3. Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.



Pregunta a las criaturas


4. ¡Oh bosques y espesuras,
plantadas por la mano del Amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado!
Decid si por vosotros ha pasado.



Respuesta de las criaturas


5. Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura,
e, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de hermosura.


Esposa


6. ¡Ay, quién podrá sanarme!
Acaba de entregarte ya de vero:
no quieras enviarme
de hoy más ya mensajero,
que no saben decirme lo que quiero.



7. Y todos cuantos vagan
de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjame muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo.



8. Mas ¿cómo perseveras,
¡oh vida!, no viviendo donde vives,
y haciendo porque mueras
las flechas que recibes
de lo que del Amado en ti concibes?



9. ¿Por qué, pues has llagado
aqueste corazón, no le sanaste?
Y, pues me le has robado,
¿por qué así le dejaste,
y no tomas el robo que robaste?



10. Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacellos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre dellos,
y sólo para ti quiero tenellos.



11. ¡Oh cristalina fuente,
si en esos tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!



12. ¡Apártalos, Amado,
que voy de vuelo!



El Esposo


Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma
al aire de tu vuelo, y fresco toma.



La Esposa


13. Mi Amado, las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos,



14. la noche sosegada
en par de los levantes del aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.



15. Nuestro lecho florido,
de cuevas de leones enlazado,
en púrpura tendido,
de paz edificado,
de mil escudos de oro coronado.



16. A zaga de tu huella
las jóvenes discurren al camino,
al toque de centella,
al adobado vino,
emisiones de bálsamo divino.



17. En la interior bodega
de mi Amado bebí, y cuando salía
por toda aquesta vega,
ya cosa no sabía;
y el ganado perdí que antes seguía.



18. Allí me dio su pecho,
allí me enseñó ciencia muy sabrosa;
y yo le di de hecho
a mí, sin dejar cosa:
allí le prometí de ser su Esposa.



19. Mi alma se ha empleado,
y todo mi caudal en su servicio;
ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi ejercicio.



20. Pues ya si en el ejido
de hoy más no fuere vista ni hallada,
diréis que me he perdido;
que, andando enamorada,
me hice perdidiza, y fui ganada.



21. De flores y esmeraldas,
en las frescas mañanas escogidas,
haremos las guirnaldas
en tu amor florecidas
y en un cabello mío entretejidas.



22. En solo aquel cabello
que en mi cuello volar consideraste,
mirástele en mi cuello,
y en él preso quedaste,
y en uno de mis ojos te llagaste.



23. Cuando tú me mirabas
su gracia en mí tus ojos imprimían;
por eso me adamabas,
y en eso merecían
los míos adorar lo
que en ti vían.



24. No quieras despreciarme,
que, si color moreno en mi hallaste,
ya bien puedes mirarme
después que me miraste,
que gracia y hermosura en mi dejaste.



25. Cogednos las raposas,
que está ya florecida nuestra viña,
en tanto que de rosas
hacemos una piña,
y no parezca nadie en la montiña.



26. Detente, cierzo muerto;
ven, austro, que recuerdas los amores,
aspira por mi huerto,
y corran sus olores,
y pacerá el Amado entre las flores.



Esposo


27. Entrado se ha la esposa
en el ameno huerto deseado,
y a su sabor reposa,
el cuello reclinado
sobre los dulces brazos del Amado.



28. Debajo del manzano,
allí conmigo fuiste desposada.
allí te di la mano,
y fuiste reparada
donde tu madre fuera violada.



29. A las aves ligeras,
leones, ciervos, gamos saltadores,
montes, valles, riberas,
aguas, aires, ardores
y miedos de las noches veladores,



30. Por las amenas liras
y canto de serenas os conjuro
que cesen vuestras iras,
y no toquéis al muro,
porque la esposa duerma más seguro.



Esposa


31. Oh ninfas de Judea,
en tanto que en las flores y rosales
el ámbar perfumea,
morá en los arrabales,
y no queráis tocar nuestros umbrales



32. Escóndete, Carillo,
y mira con tu haz a las montañas,
y no quieras decillo;
mas mira las compañas
de la que va por ínsulas extrañas



Esposo


33. La blanca palomita
al arca con el ramo se ha tornado
y ya la tortolica
al socio deseado
en las riberas verdes ha hallado.



34. En soledad vivía,
y en soledad ha puesto ya su nido,
y en soledad la guía
a solas su querido,
también en soledad de amor herido.



Esposa


35. Gocémonos, Amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte ó al collado
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.



36. Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos,
que están bien escondidas,
y allí nos entraremos,
y el mosto de granadas gustaremos



37. Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía,
y luego me darías
allí, tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día:



38. El aspirar del aire,
el canto de la dulce Filomena,
el soto y su donaire,
en la noche serena,
con llama que consume y no da pena



39. Que nadie lo miraba,
Aminadab tampoco parecía,
y el cerco sosegaba,
y la caballería
a vista de las aguas descendía.

Este Paisaje con figuras dedicado al místico todavía hoy se ve muy bien. Estuvo dirigido por Antonio Gala y se encargó de la realización Carlos Serrano. Lo interpretó Antonio Llopis.


***


lunes, 5 de diciembre de 2022

TRILCE, 100 AÑOS

Mi ya un poco ajado ejemplar del 74.
Hace cien años se produjeron unos cuantos acontecimientos editoriales de gran significación para la literatura. Algunos estuvieron muy bien arropados, otros estuvieron rodeados por el escándalo y fueron inmediatamente visibles hasta para el gran público. Otros solo alcanzaron a llegar al reducido ámbito de un puñado de amistades. Este es el caso de Trilce. El 6 de noviembre de 1920 César Vallejo ingresa en la cárcel por un turbio incidente acaecido en Santiago de Chuco. Allí estará durante unos meses y allí terminará de escribirlo. En 1922 gana un concurso literario de narrativa. Con el dinero del premio paga la edición del poemario. El libro es recibido con total indiferencia por algunos; por otros, con desprecio. "Incomprensible" y "estrambótico" son algunos adjetivos que se le aplican. Las pocas personas que lo leyeron carecieron de la inteligencia suficiente como para entenderlo o bien de la sensibilidad requerida para apreciar la radical renovación que suponía. Mucho más adelante, ya muerto Vallejo, Benedetti dirá aquella hermosa frase: Vallejo obliga a decir a las palabras aquello para lo que no están preparadas. Trilce es un libro vanguardista antes de que su autor supiera nada de las vanguardias. Vallejo es uno de los grandes poetas en castellano de todos los tiempos. Tiene la fuerza creativa de la que solamente están dotadas unas pocas personas, y nos ha dejado algunas de las más hermosas y extrañas imágenes poéticas. 

XIII


Pienso en tu sexo.
Simplificado el corazón, pienso en tu sexo,
ante el hijar maduro del día.
Palpo el botón de dicha, está en sazón.
Y muere un sentimiento antiguo
degenerado en seso.

Pienso en tu sexo, surco más prolífico
y armonioso que el vientre de la Sombra,
aunque la Muerte concibe y pare
de Dios mismo.
Oh Conciencia,
pienso, sí, en el bruto libre
que goza donde quiere, donde puede.

Oh, escándalo de miel de los crepúsculos.
Oh estruendo mudo.

Odumodneurtse!




XIV


Cual mi explicación.
Esto me lacera de tempranía.

Esa manera de caminar por los trapecios.

Esos corajosos brutos como postizos.

Esa goma que pega el azogue al adentro.

Esas posaderas sentadas para arriba.

Ese no puede ser, sido.

Absurdo.

Demencia.

Pero he venido de Trujillo a Lima.
Pero gano un sueldo de cinco soles.





XVIII


Oh las cuatro paredes de la celda.
Ah las cuatro paredes albicantes
que sin remedio dan al mismo número.

Criadero de nervios, mala brecha,
por sus cuatro rincones cómo arranca
las diarias aherrojadas extremidades.

Amorosa llavera de innumerables llaves,
si estuvieras aquí, si vieras hasta
qué hora son cuatro estas paredes.
Contra ellas seríamos contigo, los dos,
más dos que nunca. Y ni lloraras,
di, libertadora!

Ah las paredes de la celda.
De ellas me duele entretanto, más
las dos largas que tienen esta noche
algo de madres que ya muertas
llevan por bromurados declives,
a un niño de la mano cada una.

Y sólo yo me voy quedando,
con la diestra, que hace por ambas manos,
en alto, en busca de terciario brazo
que ha de pupilar, entre mi dónde y mi cuándo,
esta mayoría inválida de hombre.




XXIII


Tahona estuosa de aquellos mis bizcochos
pura yema infantil innumerable, madre.

Oh tus cuatro gorgas, asombrosamente
mal plañidas, madre: tus mendigos.
Las dos hermanas últimas, Miguel que ha muerto
y yo arrastrando todavía
una trenza por cada letra del abecedario.

En la sala de arriba nos repartías
de mañana, de tarde, de dual estiba,
aquellas ricas hostias de tiempo, para
que ahora nos sobrasen
cáscaras de relojes en flexión de las 24
en punto parados.

Madre, y ahora! Ahora, en cuál alvéolo
quedaría, en qué retoño capilar,
cierta migaja que hoy se me ata al cuello
y no quiere pasar. Hoy que hasta
tus puros huesos estarán harina
que no habrá en qué amasar
¡tierna dulcera de amor,
hasta en la cruda sombra, hasta en el gran molar
cuya encía late en aquel lácteo hoyuelo
que inadvertido lábrase y pulula ¡tú lo viste tánto!
en las cerradas manos recién nacidas.

Tal la tierra oirá en tu silenciar,
cómo nos van cobrando todos
el alquiler del mundo donde nos dejas
y el valor de aquel pan inacabable.
Y nos lo cobran, cuando, siendo nosotros
pequeños entonces, como tú verías,
no se lo podíamos haber arrebatado
a nadie; cuando tú nos lo diste,
¿di, mamá?






XXXIV

Se acabó el extraño, con quien, tarde
la noche, regresabas parla y parla.
Ya no habrá quien me aguarde,
dispuesto mi lugar, bueno lo malo.

Se acabó la calurosa tarde;
tu gran bahía y tu clamor; la charla
con tu madre acabada
que nos brindaba un té lleno de tarde.

Se acabó todo al fin: las vacaciones,
tu obediencia de pechos, tu manera
de pedirme que no me vaya fuera.

Y se acabó el diminutivo, para
mi mayoría en el dolor sin fin,
y nuestro haber nacido así sin causa.




XLIX


Murmurado en inquietud, cruzo,
el traje largo de sentir, los lunes
de la verdad.
Nadie me busca ni me reconoce,
y hasta yo he olvidado
de quién seré.

Cierta guardarropía, sólo ella, nos sabrá
a todos en las blancas hojas
de las partidas.
Esa guardarropía, ella sola,
al volver de cada facción,
de cada candelabro
ciego de nacimiento.

Tampoco yo descubro a nadie, bajo
este mantillo que iridice los lunes
de la razón;
y no hago más que sonreir a cada púa
de las verjas, en la loca búsqueda
del conocido.

Buena guardarropía, ábreme
tus blancas hojas:
quiero reconocer siquiera al 1,
quiero el punto de apoyo, quiero
saber de estar siquiera.

En los bastidores donde nos vestimos,
no hay, no Hay nadie: hojas tan sólo
de par en par.
Y siempre los trajes descolgándose
por sí propios, de perchas
como ductores índices grotescos,
y partiendo sin cuerpos, vacantes,
hasta el matiz prudente
de un gran caldo de alas con causas
y lindes fritas.
Y hasta el hueso!




LXV


Madre, me voy mañana a Santiago,
a mojarme en tu bendición y en tu llanto.
Acomodando estoy mis desengaños y el rosado
de llaga de mis falsos trajines.

Me esperará tu arco de asombro,
las tonsuradas columnas de tus ansias
que se acaban la vida. Me esperará el patio,
el corredor de abajo con sus tondos y repulgos
de fiesta. Me esperará mi sillón ayo,
aquel buen quijarudo trasto de dinástico
cuero, que para no más rezongando a las nalgas
tataranietas, de correa a correhuela.

Estoy cribando mis cariños más puros.
Estoy ejeando ¿no oyes jadear la sonda?
¿no oyes tascar dianas?
estoy plasmando tu fórmula de amor
para todos los huecos de este suelo.
Oh si se dispusieran los tácitos volantes
para todas las cintas más distantes,
para todas las citas más distintas.

Así, muerta inmortal. Así.
Bajo los dobles arcos de tu sangre, por donde
hay que pasar tan de puntillas, que hasta mi padre
para ir por allí,
humildóse hasta menos de la mitad del hombre,
hasta ser el primer pequeño que tuviste.

Así, muerta inmortal.
Entre la columnata de tus huesos
que no puede caer ni a lloros,
y a cuyo lado ni el destino pudo entrometer
ni un solo dedo suyo.

Así, muerta inmortal.
Así.


***


Путин, немедленно останови войну!

lunes, 11 de abril de 2022

MI PROPIA RECOMENDACIÓN

No me ha llegado la recomendación lectora para este lunes. Aprovecho que en la biblioteca del Koldo Mitxelena recuerdan el centenario del nacimiento de José Hierro sacando los títulos que tienen en ella y colocándolos en un expositor situado a la entrada. Me sumo al homenaje y recomiendo su lectura o relectura o lo que quiera que sea para cada cual.

Esta es, creo, toda su obra publicada: 


POESÍA:
  • Alegría (Adonáis; XXXIX). 
  • Antología poética.
  • Cuanto sé de mí.  
  • Poesías escogidas.
  • Libro de las alucinaciones.
  • Cuanto sé de mí
  • Antología poética. Alianza.
  • Seis sonetos olvidados.  Málaga: Rafael Inglada.
  • Agenda. Madrid: Ediciones Prensa de la Ciudad.
  • Alegría. Torremozas. Prehistoria literaria, 1937-1938. Santander: Bedia.
  • Cuanto sé de mí. Madrid: La Palma. 
  • Antología. Visor. 
  • Antología poética. Austral. Espasa-Calpe.  
  • Selección de poemas. Ponferrada: Ayuntamiento.
  • Una lectura de José Hierro. Antonio Cáceres Salazar. 
  • Sonetos: (1939-1993). Santa María de Cayón, Cantabria. 
  • Homenaje a la generación del 98: (antología poética). Salamanca: Concejalía de Cultura.
  • Música. Óptica Almería.
  • Agenda. Madrid: O.N.C.E.
  • Alegría; Tierra sin nosotros. Madrid: ONCE. 
  • Antología poética: 1936-1998. Austral. 
  • Agenda = Agenda. 1a ed. bilingüe. San Sebastián de los Reyes: Universidad Popular. 
  • Antología poética. Alianza Editorial.
  • Alegría. Departamento de Publicaciones de la Universidad Popular José Hierro.
  • Cuanto sé de mí. Universidad Popular. 
  • Libro de las alucinaciones. Departamento de Publicaciones de la Universidad Popular Jóse Hierro.
  • Quinta del 42. Santander: Instituto de Estudios Cántabros y del Patrimonio.
  • Todo y nada: sonetos en homenaje a José Hierro. Ávila: Instituto Municipal de la Música y la Cultura.
  • Antología poética. Málaga: Veramar.
  • Antología poética. Pygmalión.
  • Antología poética. Alianza Editorial.
  • Prehistoria literaria, 1937-1938. Universidad Popular José Hierro.
  • Antología poética. Damascus: Don Quijote. 
  • José Hierro. (Colección de poesía ; n. 20). El País.
  • Poesías completas. Visor Libros.
  • Cuentos reunidos. Universidad Popular. 
  • Hierro ilustrado: antología gráfica y poética de José Hierro (1947- 2002). Nórdica Libros.
  • Poemas.Visor Libros.
  • Cuaderno de Nueva York. Nórdica Libros.
  • Alegría. Ediciones Rialp.
  • Antología poética: 1936-1998. Austral
  • Libro de las alucinaciones. Cátedra. 
  • Cuanto sé de mí  y Libro de las alucinaciones. Madrid: O.N.C.E.
  • Estatuas yacentes y Quinta del 42 . Universidad Popular. 
  • Villancicos sin zambomba. (Cantabrialogía ; 7). Santander: A. Martínez. 
  • Emblemas neurorradiológicos. Endymion. 
  • Los sentidos de la mirada: convergencias sobre arte. (El espíritu y la letra ; n. 38) Síntesis. 
  • Memoria de un homenaje. Santander: UIMP. 
  • Poemas esenciales. Instituto Cervantes Marrakech; Fundación Abertis.
  • Sonetos. Universidad Popular.
  • Dos años de Hierro: selección de poemas de José Hierro. (Colección Homenajes ; 1). Centro de Poesía José Hierro. 
  • Nombres propios. Universidad de Salamanca; Patrimonio Nacional. 
  • José Hierro para niños. Ediciones de la Torre. Hierro
  • Poesías completas: (1947-2002). Visor de Libros. 
  • Emblemas neurorradiológicos. Universidad Popular. 
ENSAYO:
  • El mar y el marino mercante en la Poesia española. Oficina Central Marítima : Anco.
  • Reflexiones sobre mi poesía: conferencia pronunciada en la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado de E.G.B. «Santa María» el día 16 de diciembre de 1982. Madrid: Escuela Universitaria de Formación del Profesorado de E.G.B. «Santa María».
ARTE:
  • Grau Santos: el crédito de la realidad. (Colección Maniluvios ; 14). Madrid: Rayela. 
  • Redondela. Alicante: Rembrandt.

OBRAS EN COLABORACIÓN:
  • Colmeiro. (Cuadernos de arte gallego). La Coruña: Atlantico. 
  • Cuaderno de amigos. 1a ed. Torrejón de la Calzada (Madrid)
  • Jesús Otero: escultor. (Biblioteca de arte ; 2). Santander: Caja Cantabria.
  • Cantabria desde el cielo. Santander: Departamento de Comunicación y Estudios del Banco de Santander.


Y dos poemas:



ARMONÍA

Quise tocar el gozo primitivo,
batir mis alas, trasponer la linde
y volver, al origen, desde el fin de
mi juventud, para sentirme vivo.

Quise reverdecer el viejo olivo
de la paz, pero el alma se me rinde.
¿Quién es sin su dolor? ¿Quién que no brinde,
sin pena, su ayer libre a su hoy cautivo?

Y ¿quién se adueñará de la armonía
universal, si rompe, nota a nota,
grano a grano, el racimo, los acordes?

¿Quién se olvida que es cuna y tumba, día
y noche, honda raíz y flor que brota,
luz, sombra, vida y muerte hasta los bordes?


          De Quinta del 42.



***

Путин, немедленно останови войну!

sábado, 29 de enero de 2022

JOSÉ HIERRO, CIEN AÑOS

Este ejemplar me acompaña desde 1975, fecha en que realicé un pequeño trabajo sobre su obra para presentarlo en la clase. Me gustó tanto, que me negué a leer nada sobre él. Los atrevimientos de la edad. 

Si viviera, el 3 de abril cumpliría 100 años.

Esta es mi selección-homenaje-recuerdo:





DESTINO ALEGRE


Nos han abandonado en medio del camino.
Entre la luz íbamos ciegos.
Somos aves de paso, nubes altas de estío,
vagabundos eternos.
Mala gente que pasa cantando por los campos.
Aunque el camino es áspero y son duros los tiempos,
cantamos con el alma. Y no hay un hombre solo
que comprenda la viva razón del canto nuestro.

Vivimos y morimos muertes y vidas de otros.
Sobre nuestras espaldas pesan mucho los muertos.
Su hondo grito nos pide que muramos un poco,
como murieron todos ellos,
que vivamos deprisa, quemando locamente
la vida que ellos no vivieron.

Ríos furiosos, ríos turbios, ríos veloces.
(Pero nadie nos mide lo hondo, sino lo estrecho).
Mordemos las orillas, derribamos los puentes.
Dicen que vamos ciegos.

Pero vivimos. Llevan nuestras aguas la esencia
de las muertes y vidas de vivos y de muertos.
Ya veis si es bien alegre saber a ciencia cierta
que hemos nacido para esto.






SERENIDAD

                     (Lectura de madrugada)

Serenidad, tú para el muerto,
que yo estoy vivo y pido lucha.
Otros habrá que te deseen:
ésos no saben lo que buscan.
Si se durmieran nuestras almas,
si las tuviéramos maduras
para mirar inconmovibles,
para aceptar sin amargura,
para no ver la vida en torno
apasionadamente nunca,
duros y fríos, como piedra
que sopla el viento y no la muda...

Almas claras. Ojos despiertos.
Oídos llenos de la música
del dolor. Los dedos felices,
aunque los hieran las agudas
espinas. Todo el sabor agrio
de la vida, en la lengua.

                                   «Nunca
podrás mojar tu pie en el río
en que ayer lo mojaste. Busca
la eternidad, vive en la alta
contemplación de su figura».

Palabrería de los libros
de la que deja el alma turbia.
Serenidad que se nos vende
por librarnos de la tortura,
por llenarnos de sueño el alma
y rodeárnosla de bruma.
Serenidad, tú para el muerto.
El hombre es hombre, y no le asusta
saber que el viento que hoy le canta
no volverá a cantarle nunca.
Serenidad, no te me entregues
ni te des nunca,
aunque te pida de rodillas
que me libertes de mi angustia.
Será que vivo sin saberlo
o que deserto de la lucha.
Tú no me escuches, no me eleves
hasta tu cumbre de luz única.

Palabrería de los libros
de la que deja el alma turbia.
Yo también me hago un poco libro,
me duermo el alma...

                                  Luz difusa.
La madrugada se desgaja
agria y azul, como una fruta.
Cantan los pinos a lo lejos.
Un niño llora. Las desnudas
mujeres y hombres silenciosos
salen despacio de las últimas
sombras. Los pájaros me esperan.
Se alzan las olas. (Me preguntan
por qué). Campanas... (Ayer niebla,
hoy claro sol y luego lluvia...)
¿Por qué? Las hojas se estremecen...

Voy inundándome de música








Llegué por el dolor a la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
un misterioso sol amanecía.

Era alegría la mañana fría
y el viento loco y cálido que embiste.
(Alma que verdes primaveras viste
maravillosamente se rompía).

Así la siento más. Al cielo apunto
y me responde cuando le pregunto
con dolor tras dolor para mi herida.

Y mientras se ilumina mi cabeza
ruego por el que ha sido en la tristeza
a las divinidades de la vida.





EL MUERTO

Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría
no podrá morir nunca.

Yo lo veo muy claro en mi noche completa.
Me costó muchos siglos de muerte poder comprenderlo,
muchos siglos de olvido y de sombra constante,
muchos siglos de darle mi cuerpo extinguido
a la yerba que encima de mí balancea su fresca verdura.
Ahora el aire, allá arriba, más alto que el suelo que pisan los vivos
será azul. Temblará estremecido, rompiéndose,
desgarrado su vidrio oloroso por claras campanas,
por el curvo volar de gorriones,
por las flores doradas y blancas de esencias frutales.
(Yo una vez hice un ramo con ellas.
Puede ser que después arrojara las flores al agua,
puede ser que le diera las flores a un niño pequeño,
que llenara de flores alguna cabeza que ya no recuerdo,
que a mi madre llevara las flores;
yo querría poner primavera en sus manos).

¡Será ya primavera allá arriba!
Pero yo que he sentido una vez en mis manos temblar la alegría
no podré morir nunca.
Pero yo que he tocado una vez las agudas agujas del pino
no podré morir nunca.
Morirán los que nunca jamás sorprendieron
aquel vago pasar de la loca alegría.
Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos
no podré morir nunca.

Aunque muera mi cuerpo, y no quede memoria de mí.







ALUCINACIÓN

Amanece. Descalzo he salido a pisar los caminos,
a sentir en la carne desnuda la escarcha.
¡Tanta luz, tanta vida, tan verde cantar de la hierba!
¡Tan feliz creación elevada a la cima más alta!
Siento el tiempo pasar y perderse y tan sólo por fuera de mí se detiene.
Y parece que está el universo encantado, tocado de gracia.
¡Tanta luz, tanta vida, tan frágil silencio!
¡Tantas cosas eternas que mellan al tiempo su trágica espada!
¡Tanta luz, tan abiertos caminos!
¡Tanta vida que evita los siglos y ordena en el día su magia!
Si la flor, si la piedra, si el árbol, si el pájaro;
si su olor, su dureza, su verde jadeo, su vuelo entre el cielo y la rama.
Si todos me deben su vida, si a costa de mí, de mi muerte es posible su vida,
a costa de mí, de mi muerte diaria...

¡Tanta luz, tan remoto latir de la hierba...!
(Descalzo he salido a sentir en la carne desnuda la escarcha).
¡Tanta luz, tan oscura pregunta!
¡Tan oscura y difícil palabra!
¡Tan confuso y difícil buscar, pretender comprender y aceptar,
y parar lo que nunca se para.






Por qué te olvidas, y por qué te alejas
del instante que hiere con su lanza.
Por qué te ciñes de desesperanza
si eres muy joven, y las cosas viejas.

Las orillas que cruzas las reflejas;
pero tu soledad de río avanza.
Bendita forma que en tus aguas danza
y que en olvido para siempre dejas.

Por qué vas ciego, rompes, quemas, pisas,
ignoras cielos, manos, piedras, risas.
Por qué imaginas que tu luz se apaga.

Por qué no apresas el dolor errante.
Por qué no perpetúas el instante
antes de que en tus manos se deshaga.





RECUERDOS

Aquello era hermoso. ¿Te acuerdas de como las flores nacían?
¿De cómo traía el ocaso su rojo clavel en la boca?
¿De un hombre que todas las tardes tocaba el violín a la puerta?
¿Del soñar cotidiano que daba sus llamas al alma en la sombra?

¿Te acuerdas de aquello? Aquello era hermoso.
Yo no sé si tú vuelves conmigo y conmigo lo evocas.
¡Tan alegre pasar, desgarrando el eterno momento,
pisoteando, sin verlas, las rosas!

Hay un instante que todo lo puede, que salta los días
y vive presente en el cielo dorado de nuestra memoria.
¿Por qué no ha de ser ese instante
el que ya para siempre te colme las horas?

¿Te acuerdas de aquello? Aquello era hermoso.
Todas las cosas que son, son hermosas
aunque sepamos de fijo que acaban y mueren un día,
que pasan rozando las vidas y nunca retornan.

¿Te acuerdas de aquello?
La juventud nos cantaba, nos canta, su canto de gloria.
Aquello era hermoso: pasar sin pensar, y soñar sin llegar,
aceptar sin jamás preguntar por la mano que dio la limosna.

Y yo te pregunto. Y acaso esta brisa que mueve la hierba
me da tu respuesta, me dice la oscura palabra que nunca se nombra.






Apagamos las manos. Dejemos encima del mar marchitarse la luna
y nos pusimos a andar por la tierra cumplida de sombra.
Ahora ya es tarde. Las albas vendrán a ofrecernos sus húmedas flores.
Ciegos iremos. Callados iremos, mirando algo nuestro que escapa
hacia su patria remota.
(Nuestro espíritu debe de ser, que cabalga sobre las olas).

Ahora ya es tarde. Apagamos las manos felices
y nos ponemos a andar por la tierra cumplida de sombra.
Hemos caído en un pozo que ahoga los sueños.
Hemos sentido la boca glacial de la muerte tocar nuestra boca.

Antes, entonces, con qué gozo ardiente,
qué prodigioso encenderse de aurora
modelamos en nieblas efímeras, en pasto de brisas ligeras,
nuestra cálida hora.
Y cómo apretamos las ubres calientes. Y cómo era hermoso
pensar que no había ni ayer, ni mañana, ni historia.

Ahora ya es tarde; apagamos las manos felices
y nos ponemos a andar por la tierra cumplida de sombra.
Cómo errar por los años, como astros gemelos, sin fuego,
como astros sin luz que se ignoran

Cómo andar, sin nostalgia, el camino, soñando dos sueños distintos
mientras en torno el amor se desploma.

Ahora ya es tarde. Sabemos. Pensamos. (Buscábamos almas).
Ahora sabemos que el alma no es piedra ni flor que se toca.
Como astros gemelos y ajenos pasamos, sabiendo
que el alma se niega si el cuerpo se niega.
Que nunca se logra si el cuerpo se logra.

Dejamos encima del mar marchitarse la luna.
Cómo errar, por los años, sin gloria.
Cómo aceptar que las almas son vagos ensueños
que en sueños tan sólo se dan, y despiertos se borran.
Qué consuelo ha de haber, si lograr una gota de un alma
es pretender apresar el latir de la tierra, desnuda y redonda.

Estamos despiertos. Sabemos. Como astros soberbios, caídos,
sentimos la boca glacial de la muerte tocar nuestra boca.






PARA UN ESTETA

Tú que hueles la flor de la bella palabra
acaso no comprendas las mías sin aroma.
Tú que buscas el agua que corre transparente
no has de beber mis aguas rojas.

Tú que sigues el vuelo de la belleza, acaso
nunca jamás pensaste cómo la muerte ronda
ni cómo vida y muerte —agua y fuego— hermanadas
van socavando nuestra roca.

Perfección de la vida que nos talla y dispone
para la perfección de la muerte remota.
Y lo demás, palabras, palabras y palabras,
¡ay, palabras maravillosas!

Tú que bebes el vino en la copa de plata
no sabes el camino de la fuente que brota
en la piedra. No sacias tu sed en su agua pura
con tus dos manos como copa.

Lo has olvidado todo porque lo sabes todo.
Te crees dueño, no hermano menor de cuanto nombras.
Y olvidas las raíces («Mi Obra», dices), olvidas
que vida y muerte son tu obra.

No has venido a la tierra a poner diques y orden
en el maravilloso desorden de las cosas.
Has venido a nombrarlas, a comulgar con ellas
sin alzar vallas a su gloria.

Nada te pertenece. Todo es afluente, arroyo.
Sus aguas en tu cauce temporal desembocan.
Y hechos un solo río os vertéis en el mar,
«que es el morir», dicen las coplas.

No has venido a poner orden, dique. Has venido
a hacer moler la muela con tu agua transitoria.
Tu fin no está en ti mismo («Mi Obra», dices), olvidas
que vida y muerte son tu obra.

Y que el cantar que hoy cantas será apagado un día
por la música de otras olas.





EPITAFIO PARA LA TUMBA DE UN HÉROE

Se creía dueño del mundo
porque latía en sus sentidos.
Lo aprisionaba con su carne
donde se estrellaban los siglos.
Con su antorcha de juventud
iluminaba los abismos.

Se creía dueño del mundo:
su centro fatal y divino.
Lo pregonaba cada nube,
cada grano de sol o trigo.
Si cerraba los ojos, todo
se apagaba, sin un quejido.
Nada era si él lo borraba
de sus ojos o sus oídos.

Se creía dueño del mundo
porque nunca nadie le dijo
cómo las cosas hieren, baten
a quien las sacó del olvido,
cómo aplastan desde lo eterno
a los soñadores vencidos.

Se creía dueño del mundo
y no era dueño de sí mismo.





UNOS VERSOS PEDIDOS

Hace ya tiempo... (era yo
poeta. Tiempo divino
de cantar y de soñar
lo esperado y lo perdido.
Cristal de viejos reflejos,
tornasolado prodigio,
álamo esbelto que alzaba
al cielo su verde grito
primaveral...) Hace tiempo
—divino tiempo— me dijo
que le escribiera unos versos
a sus senos..

Nunca ha sido,
nunca jamás podrá ser
el poema concluido.
Hay cosas grandes, bellezas
para las que no hay cobijo
en las palabras. Hay cosas
cuyo nombre no decimos
para no mancharlas.

Miro
hacia atrás. Era yo entonces
poeta (serlo es sentirnos
iluminados) No supe
hallar el nombre preciso,
la cifra que concretara
tanta hermosura. (Me dijo
que le escribiera unos versos
a sus senos...) No he podido
hallar la palabra exacta,
lograr el nombre preciso.

Yo, poeta sin palabras,
dado a los malabarismos
de las palabras, buscaba
rimas, imágenes, ritmos.
Cazador de aves retóricas:
«palomas de tibios picos»,
«cimas de nieve con sol
poniente», «gemelos lirios»,
«pararrayos de lo rosa»,
«redondas piedras de río»,
«fruto al que arrancan los pájaros
sus dulzores encendidos».

Yo era poeta. Sentía,
soñaba. Tiempo divino
de sentir y de soñar.
Y ser poeta es vestirnos
túnicas de luz, oír
la voz que nos va trazando
todos los caminos.

Soñar sin saber cantar.
Errar por el laberinto.
Pero ahora que sé cantar
ya es imposible el prodigio.
Ahora ya no sé soñar.
Cayó la antorcha al abismo.
Todo pasa en torno, y todo
halla el corazón marchito.
Todo es una imagen muerta
en el fondo de mi río.
Una brisa que conmueve
trigos que no son mis trigos.

Alba que toca el ocaso.
Ya no soy rey de mí mismo.
Caído de mi alto trono,
sin resurrección, hundido
en las cavernas que el tiempo
cavó para mi suplicio.


RÉQUIEM




ALUCINACIÓN EN SALAMANCA

¿En dónde estás, por dónde
te hallaré, sombra, sombra,
sombra?...

                Pisé las piedras,
las modelé con sol
y con tristeza. Supe
que había allí un secreto
de paz, un corazón
latiendo para mí.

Y qué serías, sombra,
sombra, sombra; qué nombre,
y qué forma, y qué vida
serías, sombra. Y cómo
podías no ser vida,
no tener forma y nombre

Sombra: bajo las piedras,
bajo tanta mudez
—dureza y levedad,
oro y hierba—, qué, quién
me solicita, qué
me dice, de qué modo
entenderlo... (no encuentro
las llaves). Sombra, sombra,
sombra... Cómo entenderlo
y nacerlo...

                 De pronto,
deslumbradoramente,
el agua cristaliza
en diamante... Una súbita
revelación...

                  Azul:
en el azul estaba,
en la hoguera celeste,
en la pulpa del día,
la clave Ahora recuerdo:
he vuelto a Italia. Azul,
azul, azul era ésa
la palabra (no sombra,
sombra, sombra) Recuerdo

ya —con qué claridad—
lo que he soñado siempre
sin sospecharlo. He vuelto
a Italia, a la aventura
de la serenidad,
del equilibrio, de
la belleza, la gracia,
la medida...

                  Por estas
plazas que el sol desnuda
cada mañana, el alma
ha navegado, limpia
y ardiente. Pero dime,
azul (¿o hablo a la sombra?),
qué dimensión le prestas
a esta hora mía; quién
arrebató las alas
a la vida. Y quién fue
que yo no sé. Y quién fui
el que ha vivido instantes
que yo recuerdo ahora.
Qué, alma mía, en qué cuerpo,
que no era mío, anduvo
por aquí, devanando
amor, entre oleadas
de piedra, entre oleadas
encendidas (las olas
rompían y embestían
contra las torres peñas)...

Entre oleadas... Olas...
Gris... Olas... Sombra...He vuelto
a olvidar la palabra
reveladora. Playas...
Olas... Sombra... Hubo algo
que era armonía, un sitio
donde estoy... (sombra, sombra,
sombra), donde no estoy.
No: la palabra no era sombra.

El fulgor del cielo,
la piedra rosa, han vuelto
a su mudez. Están
ante mí. Los contemplo,
y, sin embargo, ya
no están. El equilibrio,
la armonía, la gracia
no están. Ay, sombra, sombra
(y tanta claridad).

Quién disipó el lugar
(o el tiempo) que me daba
su sangre, el que escondía
el lugar (o era el tiempo)
no vivido. Y por qué
recuerdo lo que ha sido
vivido por mi cuerpo
y mi alma. Qué hace
aquí, por mi memoria,
este avión roto, un viejo
Junker, bajo la luna
de diciembre. La niebla,
la escarcha, aquel camino
hasta el silencio, aquella
mar que estaba anunciando
este mismo momento
que no es tampoco mío.

Quién sabe qué decían
las olas de esta piedra.
Quién sabe lo que hubiera
—antes— dicho esta piedra
si yo hubiese acertado
la palabra precisa
que pudo descuajarla
del futuro. Cuál era
—ayer— esa palabra
nunca dicha. Cuál es
esa palabra de hoy,
que ha sido pronunciada,
que ha ardido al pronunciarla,
y que ha sido perdida
definitivamente.





YEPES COCKTAIL

Juan de la Cruz, dime si merecía
la pena descolgarte, por la noche,
de tu prisión al Tajo, ser herido
por las palabras y las disciplinas,
soportar corazones, bocas, ojos
rigurosos, beber la soledad...


—¿Otro whisky?
                               La pelirroja
—caderas anchas, ojos verdes—
ofrece ginebra a un amigo.
Hombros y pechos le palpitan
en el reír. ¡Oh llama de amor viva,
que dulcemente hieres!...


Junto al embajador de China,
detrás de la cantante sueca,
el agregado militar
de Estados Unidos de América,
Juan de la Cruz bebe un licor
de luz de miel...

                       (Dime si merecía
la pena, Juan de Yepes, vadear
noches, llagas, olvidos, hielos, hierros,
adentrar en la nada el cuerpo, hacer
que de él nacieran las palabras vivas,
en silencio y tristeza, Juan de Yepes...
Amor, llama, palabras- poesía,
tiempo abolido... Di si merecía
la pena para esto...)


                              El aplaudido
autor con el puro del éxito,
la amiguita del productor
velando su pudor de nylon,
las mejillas que se aproximan
femeninamente: «Mi rouge
mancha, preciosa...» (Mancha amor
cuando en las bocas no hay amor).

(Juan de la Cruz, dime si merecía
la pena padecer con fuego y sombra,
beber los zumos de la pesadumbre,
batir la carne contra el yunque, Juan
de Yepes, para esto... Vagabundo
por el amor, y huérfano de amor...)

lunes, 4 de octubre de 2021

DANTE, 700 º ANIVERSARIO

                  



No conozco otra manera de celebrar a quien escribe que leyendo su obra. La de Dante Alighieri es muy fácil encontrarla traducida al castellano. Las ediciones que he colocado aquí no son, ni mucho menos, las que existen en el mercado. Hay muchas más editoriales y muchas más traducciones. También existen títulos recogidos en páginas de prestigio que se pueden leer en línea; así, por ejemplo, las que se recogen en cervantesvirtual o en El Libro Total, donde se puede disfrutar de reproducciones facsímiles y dejarte que lean la obra en cuestión.

Las tertulias de la biblioteca CBA también se suman a este 700º aniversario y mañana, martes, 5 de octubre, a las 17:30, haremos un amplio recorrido por la poesía anterior a la Comedia del poeta florentino.

domingo, 27 de diciembre de 2020

GIANNI RODARI

Para Dani y Nahia,

y para todas aquellas personas que fueron un poco más felices cuando leían las historias que la ilimitada imaginación del italiano fue capaz de elaborar.

Durante este año de confinamiento y mascarillas, de teleconferencias y aplausos desde los balcones, de ejercicios de mantenimiento dentro de las casas y de muchos miedos y angustias, se ha cumplido el centenario del nacimiento de Gianni Rodari (1920-80). También el cuarenta aniversario de su muerte. 
Editorial

La mejor manera de celebrar ese doble aniversario es leer sus cuentos. Y leérselos a otra persona en voz alta es una doble forma de disfrutarlos. Y si sois gente de más de ocho años, otra forma de celebrar al escritor y pedagogo italiano es leer el estupendo libro que ha sacado Blakie Books hace poco, en traducción de Jordi Martí Garcés.


Y, por último, para quienes deseéis sumergiros en la maravillosa aventurar de imaginar historias y escribirlas no puede faltar la indispensable obra maestra de Rodari, que tanto y tanto ha enseñado a quienes empezaban a inventar mundos, ya fuera para contárselos a la gente menuda que correteaba por su casa o para crear historias que viajaran más allá de las fronteras de su propio domicilio. Me estoy refiriendo, claro, a la sin par, a la genial, Grámatica de la fantasia. Haceos con ella.

Y ahora mi humilde aportación: 

domingo, 28 de junio de 2020

BEETHOVEN, 250º ANIVERSARIO, 3. La Cavatina

BTHVN 2020
La Cavatina es el adagio molto espressivo de uno de los cuartetos para cuerda más representativos de Beethoven, el nº 13. Y los cuartetos para cuerda —dos violines, una viola y un violonchelo— conforman un tejido musical en el que suelen quedar atrapados quienes los interpretan tanto como quienes los escuchan. Si la música es merecedora del adjetivo sublime, lo es precisamente por piezas como estas. Es fácil quedarse extasiado con los cuartetos. Es imposible no hacerlo con este adagio.

Una anécdota: este movimiento se incluyó en el Disco de oro que las sondas Voyager llevan grabados como muestra representativa de los sonidos, idiomas y músicas que se han desarrollado en nuestro planeta, por si alguna vez cae en manos de alguna civilización extraterrestre, para que pueda hacerse una idea de quiénes somos y qué hacemos.

Otra más: Beethoven estaba ya completamente sordo cuando la compuso, por lo que es fácil suponer que estamos ante una muestra de la exploración de los límites de la música, de lo que es capaz de expresar, de los límites de la trascendencia a través de unos sonidos que nosotros percibimos, pero que su creador solo podía imaginar.

Aquí os dejo una interpretación a cargo del Brodsky Quartet:

sábado, 23 de mayo de 2020

BEETHOVEN, 250º ANIVERSARIO, 2. Concierto para piano nº 5

Fuente: BTHVN2020

Nada mejor para un mes de mayo vitalista y florido que este sublime último concierto de Beethoven. En el hemisferio norte la vida está exultante y esta obra la celebra en toda su plenitud, nos empuja a seguir hacia adelante. Permitidme que recoja aquí unas palabras de la violinista y comentarista musical Burton-Hill, que expresan perfectamente lo que este concierto representa:

Es un tremendo ejemplo de alegría desbordante, una pieza clásica de marca mayor que contiene multitud de cosas y puede conectar con todo el mundo. El primer movimiento dura veinte electrizantes minutos (...) Escúchenlo y perciban lo que opera en su ánimo, lo que les dice. Esta música es de ustedes, está ahí para abrazarla, para enamorarse de ella, para descartarla, para rechazarla, para hacer con ella lo que quieran. Pero es suya (Un año para maravillarse, p 166).

La interpretación corre a cargo de mi muy querida Sinfónica de Galicia. Está dirigida por Daniele Pollini. Al piano se encuentra su padre, Maurizio Pollini.


Si preferís descargarla y escucharla mientras hacéis deporte, paseáis, fregáis los platos o lo que sea que queráis hacer, esta versión de Stephen Kovacevich al piano con la London Symphony Orchestra dirigida por Colin Davis también está muy bien:

sábado, 18 de enero de 2020

BEETHOVEN, PERIANES Y LA SINFÓNICA DE GALICIA

Me entero por Radio Clásica de que hoy, igual que ayer, Javier Perianes, quizá nuestro pianista de mayor proyección internacional, se encuentra en Madrid ofreciendo, junto con la Orquesta Sinfónica de RTVE, el Concierto para piano en sol mayor de Ravel. 

Veo en la página oficial del joven pianista que los días 31 de enero y 1 de febrero, dentro del III Festival de Piano de Jaén, interpretará los cinco conciertos para piano de Beethoven, que para eso estamos celebrando el 250º aniversario del nacimiento del gran maestro.

Me sumo a la celebración con este concierto lleno de fuerza, intimismo y poesía a partes iguales que Perianes y la Orquesta Sinfónica de Galicia ofrecieron el 16 de octubre de 2015. Belleza asequible a todos los oídos.


lunes, 25 de noviembre de 2019

CLAUDIO RODRÍGUEZ VEINTE AÑOS DESPUÉS

Me entero hoy mismo de la exposición que la Biblioteca Pública de Zamora ha organizado para recordar la obra de Claudio Rodríguez (Zamora, 1934-Madrid, 1999) en el vigésimo aniversario de su muerte. A mí ya no me da tiempo a pasar por ella, porque finaliza a la par que termina el mes, el sábado 30 de noviembre, pero me alegraría mucho si esta nota sirviera para que alguien se acercara a verla. 

De Claudio Rodríguez guardo un recuerdo muy especial porque es uno de esos pocos poetas con los que puedo disentir en casi todo y, en cambio, me atrae poderosamente su escritura. Si esto no fuera suficiente para reservarle siempre un sitio de honor entre mis querencias hay otra razón: es el único poeta sobre el que he organizado un recital cuyo texto era un poemario completo. Estoy hablando de el Don de la ebriedad. Eso ocurría hace veinte años. Hoy sigo leyendo sus versos:


Siempre la claridad viene del cielo;
es un don; no se halla entre las cosas
sino muy por encima, y las ocupa
haciendo de ello vida y labor propias.
Así amanece el día; así la noche
cierra el gran aposento de sus sombras.
Y esto es un don. ¿Quién hace menos creados
cada vez a los seres? ¿Qué alta bóveda
los contiene en su amor? ¡Si ya nos llega
y es pronto aún, ya llega a la redonda
a la manera de los vuelos tuyos
y se cierne, y se aleja y, aún remota,
nada hay tan claro como sus impulsos!
Oh, claridad sedienta de una forma,
de una materia para deslumbrarla
quemándose a sí misma al cumplir su obra.
Como yo, como todo lo que espera.
Si tú la luz te la has llevado toda,
¿cómo voy a esperar nada del alba?
Y, sin embargo, —esto es un don—, mi boca
espera, y mi alma espera, y tú me esperas,
ebria persecución, claridad sola
mortal como el abrazo de las hoces,
pero abrazo hasta el fin que nunca afloja.

***


viernes, 23 de agosto de 2019

EDGAR LEE MASTERS

23 de agosto de 1868,

nace Edgar Lee Masters.




LA COLINA


¿Dónde están Elmer, Herman, Bert, Tom y Charley,
El flojeras, el cachas, el comediante, el borracho, el broncas?
Duermen, están durmiendo todos en la colina.

A uno se lo llevó la fiebre,
otro se chamuscó en la mina,
a otro lo mataron en una pendencia,
otro murió en la cárcel,
y el otro se cayó del puente en el que curraba para mantener a su familia.
Duermen, duermen, están durmiendo todos en la colina.

¿Dónde están Ella, Kate, Mag, Lizzie y Edith,
la sensible, la ingenua, la voceras, la orgullosa, la viva la vida?
Duermen, están durmiendo todas en la colina.

Una murió al alborotar,
otra de mal de amores,
otra a manos de un bestia en un burdel,
otra con depresión aguda, por hacerle caso al corazón,
y la otra, tras una vida díscola en Londres y París,
la trajeron de vuelta a su agujero de tierra Ella y Kate y Mag-
Duermen, duermen, están durmiendo todas en la colina.

¿Dónde están tío Isaac y tía Emily,
el viejo Towny Kincaid y Sevigne Houghton,
Y Walker, el alcalde, que trató
a los venerables hombres de la revolución?
Duermen, están durmiendo todos en la colina.

Les habían devuelo muertos a sus hijos de la guerra,
a sus hijas aplastadas por la vida,
con hijos sin padre, llorando...
Duermen, duermen, están durmiendo todas en la colina.

¿Dónde están Jones, el viejo músico,
que se divirtió de lo lindo durante sus noventa años,
a pecho descubierto en plena ventisca,
bebiendo, declamando a voces, sin pensar nunca en su familia,
ni en el dinero, ni en el amor, ni en el cielo?
Aquí lo tienes, contando batallitas de antaño,
las carreras de caballos de los buenos tiempos en Clary`s Grove,
o lo que dijo Abe Lincoln
una vez en Springfield...


                                    Traducción: Jaime Priede. Antología Spoon River.

jueves, 22 de agosto de 2019

DOROTHY PARKER

22 de agosto de 1868,

nace Dorothy Parker.



EL GUIONISTA APASIONADO A SU AMADA

Oh, ven, mi amor, y únete a mí
en la nueva industria más antigua.
Ven y busca la meta de palmeras y perlas,
la hermosa tierra de Chico Conoce A Chica,
ven y adorna con tu presencia este litoral lleno de lotos,
esta Isla de Haz Lo Que Ya Se Hizo.
Ven, refrena lo nuevo, y ve cómo gana lo viejo,
allá donde todo lo que brilla es Goldwyn


          Traducción: Guillermo López Gallego y Cecilia Ross. Los poemas perdidos.

LUIS FELIPE VIVANCO

22 de agosto de 1868,

nace Luis Felipe Vivanco.




ALLEGRO

Termina la mañana como una calle en cuesta
que baja hacia las frondas naturales del Prado.
Y ese joven doloroso y urgente
¿quién sabe lo que quiere después de tanta música
padeciendo a la orilla de su criatura única?
Quiere que haya retamas en flor y ramas extendidas de castaño
dentro de sus moradas de angustia sin pecado.
Quiere que el insistente, curioso y solitario toro de las alturas
descienda hasta el origen de su felicidad sin mezcla de ocupaciones serias,
Quiere que le atraviese la bendición del agua más delgada
junto a un pétreo y bruñido acantilado de buitres
y que brille en secreto una red invisible de aciertos espirituales
entre los viejos puentes y los cerros bermejos con olivos.
Quiere que su ejercicio de estrellas desveladas
sea un olor creciendo de realidad de fuera.
Y al cabo de la racha de alegría invasora
quiere su ocio del campo y distancias andando...

(Pero también prefiere acudir a su cita de soledad y de retraso con la música
y seguir padeciendo a la orilla inhumana de su criatura única).

domingo, 11 de agosto de 2019

DELIA DOMÍNGUEZ

11 de agosto de 1931,

nace Delia Domínguez.



UNA INQUIETUD EXTRAÑA

Una inquietud extraña peregrina en mi sangre.
Nada me ata a las cosas que encarcelan la vida.
El viento sur indómito sacude sus campanas
y despliega en mi cuerpo toda su rebeldía.
En un sendero virgen trazo el surco profundo
que albergará en su entraña el temblor y el vagido
de este verso salvaje sin estirpe ni rito.

Mi canción es más sola que la última estrella.

En mis estuarios se recuesta la noche y me desgarra.
Toda la sombra húmeda penetra dura, íntegra,
hasta el fondo secreto de mis grutas.
Cierta tristeza sin origen
agita eternamente sus panderetas grises torturando mis sueños,
mientras espero alguna primavera
para florecer con las primeras rosas.


                                           Simbólico retorno.