viernes, 18 de octubre de 2019

HOMENAJE A LAS FUENTES (PLAZA EASO)


Me gusta mucho que las ciudades tengan fuentes donde saciar la sed. Supongo que esa querencia me viene de la infancia, cuando jugaba y corría sin descanso y acudía a las fuentes públicas para calmar la sed después del juego. De hecho, durante muchos años estuve utilizando las fuentes de la calle para mitigar la necesidad de líquido. Y todavía hoy es frecuente que cuando veo alguna, me acerque a probar el agua, aunque no tenga sed. Me gustan mucho las fuentes que hay en la calle y creo que cada barrio debería tener, por lo menos, una.

Amante como soy de las fuentes, no dejó de sorprenderme esta que aparece en la fotografía de arriba, que descubrí hace poco, y a la que han alzado sobre pedestal de roca. Desde su atalaya se ofrece orgullosa a la vista de quienes frecuenten la coqueta y dinámica Plaza Easo donostiarra.

Sorprendido ante semejante monumento, saqué un par de fotos e inicié mi propia búsqueda para averiguar cuál era el motivo por el que se encontraba allí, aupada sobre peñasco y sin ofrecer el deseado líquido.

Según parece, todo viene de muy lejos en el tiempo, cuando hace más de un siglo había en esa zona de la ciudad una fuente natural conocida como Fuente de la Salud —en su recuerdo queda la Calle Salud—, porque la gente creía que tenía propiedades medicinales. Sin embargo, el Ayuntamiento consideró que sus aguas podían contaminarse con los desagües de los caseríos de la zona y la cerró... ¡en 1905!. 

Para sustituirla, abrió otra en la actual Calle Amara, la que va a dar a la plaza por el oeste, y que se prolonga luego en la Calle Moraza. Esa es la fuente que estuvo manando hasta que pocos años después fue sustituida por otra de tres caños que se situó en la plaza y cuya heredera es la que luce en sus bocas las cabezas de tres leones, ostenta el nombre de Fuente de la Salud y se halla situada muy cerca de la primera. 



Historias aparte, ¿no es hermoso y conmovedor que algo tan humilde y cotidiano como una fuente tenga un monumento?



Nota final: estos párrafos han sido posibles gracias al artículo de Gontzal Largo, Cuando los grifos no existían (Diario Vasco, 19 de abril de 2011).

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