miércoles, 12 de diciembre de 2018

LA INMISCUSIÓN TERRUPTA

El gíglico era aquella jerga que el gran Julio Cortázar se inventó y en la que redactó el capítulo 68 de Rayuela, que bien podía haber sido el 69. Pero no se conformó con redactar un capitulito de su novela más emblemática. 

Todo el profesorado de Lengua y literatura se lo pasa en grande el día que ofrece a las ávidas fauces de su alumnado este cuentecito para que rumien qué es lo que ahí se está cociendo, descubran cómo sustancian el significado de un texto elementos tales como la cadencia, la musicalidad y el ritmo, y, por último, si se atreven, les dan la posibilidad de transliterar en jerigonza más prosaica lo que sus asombrados ojos han descubierto.


Como no le melga nada que la contradigan, la señora Fifa se acerca a la Tota y ahí nomás le flamenca la cara de un rotundo mofo. Pero la Tota no es inane y de vuelta le arremulga tal acario en pleno tripolio que se lo ladea hasta el copo. 

—¡Asquerosa!— brama la señora Fifa, tratando de sonsonarse el ayelmado tripolio que ademenos es de satén rosa. Revoleando una mazoca más bien prolapsa, contracarga a la crimea y consigue marivorearle un suño a la Tota que se desporrona en diagonía y por un momento horadra el raire con sus abrocojantes bocinomias. Por segunda vez se le arrumba un mofo sin merma a flamencarle las mecochas, pero nadie le ha desmunido el encuadre a la Tota sin tener que alanchufarse su contragofia, y así pasa que la señora Fifa contrae una plica de miercolamas a media resma y cuatro peticuras de esas que no te dan tiempo al vocifugio, y en eso están arremulgándose de ida y de vuelta cuando se ve precivenir al doctor Feta que se inmoluye inclótumo entre las gladiofantas.

—¡Payahás, payahás!— crona el elegantiorum, sujetirando de las desmecrenzas empebufantes. No ha terminado de halar cuando ya le están manocrujiendo el fano, las colotas, el rijo enjuto y las nalcunias, mofo que arriba y suño al medio y dos miercolanas que para qué. 

—¿Te das cuenta?— sinterrunge la señora Fifa. 

—¡El muy cornaputo!— vociflama la Tota. 

Y ahí nomás se recompalmean y fraternulian como si no se hubieran estado polichantando más de cuatro cafotos en plena tetamancia; son así las tofitas y las fitotas, mejor es no terruptarlas porque te desmunen el persiglotio y se quedan tan plopas.


Pero el gran Cortázar no solamente tenía unas dotes portentosas para la escritura. Su voz y su lectura eran magníficas, así que no os las perdáis:




Y si todavía continuáis sin descifrar tan alto sentido, este cortometraje realizado por Sandra García Rey cuando se encontraba cursando Ciencias de la Información os lo dejará muy claro.

6 comentarios:

  1. Una vez de visto el "corto" se entiende todo , es genial ¡¡¡

    Manoli. Un abrazo

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    1. ¡Hola, Manoli!

      Supongo, por lo que dices, que no has visto las "traducciones" que ha hecho algunos alumnos que estuvieron trabajando el texto. Están enlazadas en la palabra TRANSLITERAR del segundo párrafo.

      Otro abrazo.

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  2. Agradezco todos los comentarios, pero los quito si no están firmados.

    Es fácil, si entras como "anónimo", después de escribir lo que consideres conveniente, pones tu nombre y yo podré dirigirme a ti, aunque no te conozca de nada y estés al otro lado del mundo, utilizando tu nombre. Cosas de la cortesía y de "El principito".

    Gracias.

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  3. Que es lo que sucede en el cuento? No logro entender

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    1. La historia, Carla, es simple y sencilla como un anillo: dos mujeres se pegan por una nimiedad, interviene alguien queriendo poner paz entre ellas, entre las dos apalean al intruso y se quedan tan a gusto. Fin.
      Las dos mujeres son tan suyas, tan peculiares, que no toleran ninguna intromisión en sus asuntos, ni aunque sea para ayudarlas a solventar un problema entre ellas.
      Moraleja: cuando veas un par de locas (o de locos), déjalas a lo suyo, no sea que salgas malparada.

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  4. ATENCIÓN: Este espacio no ha sido creado para atender dudas de quien no lee con atención. No es, tampoco, un espacio dedicado a la enseñanza secundaria. En la entrada hay colocados suficientes enlaces como para que el cuentecito de Cortázar se entienda sin ningún problema. Solamente es necesario LEER y ACUDIR a los enlaces.
    Sigo quitando mensajes anónimos, escritos con faltas de ortografía o sin el correspondiente saludo.

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