martes, 4 de diciembre de 2018

EL OFICIO DE VIVIR

Para algunas personas vivir puede resultar un oficio tan duro que terminan poniéndole fin antes de que la edad acabe con él.

Cesare Pavese es un clásico contemporáneo que no está de moda y quien hoy se atreva con su diario, El oficio de vivir, puede extrañarse de encontrar en él expresiones misóginas que empañan aquí y allá el texto, pero disfrutará de una prosa vibrante, dura en ocasiones, y de una lucidez sobre el arte y la literatura que hacen las delicias de cualquiera.

Gran conocedor de la literatura angloamericana, contribuyó, como nos recuerda Giuseppe Petronio en su Historia de la literatura italiana, a darla a conocer y a crear el "mito de América" (...) cuya literatura se nutría de un "amor desenfrenado por la vida en cuanto tal". Y sobre todo conocía a Shakespeare con todo detalle. Los comentarios que va dejando por uno y otro párrafo a lo largo del diario son estupendos.

Pero El oficio de vivir es el diario de un hombre abocado a la muerte que intenta conocerse a sí mismo a través de la reflexión sobre la creación artística. Ahí es donde alcanza, en mi opinión, su mejor y más alta versión.

Lo que da tensión a la poesía en sus comienzos es el ansia de realidades espirituales ignotas, presentidas como posibles.

Todo poeta se ha angustiado, maravillado y gozado.

Solo una cosa me parece insoportable para el artista: no sentirse ya en los comienzos.

El único modo de salvarse del abismo es mirarlo y medirlo y sondarlo y bajar a él.

Vivimos en el mundo de las cosas, de los hechos, de los gestos, que es el mundo del tiempo. Nuestro esfuerzo incesante e inconsciente consiste en que tendemos a alcanzar, más allá del tiempo, fuera del tiempo, el momento extático (de éxtasis, no de estado) que realiza nuestra libertad.

La literatura es una defensa contra las ofensas de la vida.

El dolor es una cosa bestial y feroz, trivial y gratuita, natural como el aire.

Mis relatos son —en la medida en que están logrados— historias de un contemplador que observa cómo ocurren cosas más grandes que él.

La poesía nace (...) de los instantes en que levantamos la cabeza y descubrimos con estupor la vida.

Deseamos escribir una obra que, antes que a nadie, nos pasme a nosotros mismos.

Acercarse al arte es descender a la tiniebla fecunda de los orígenes donde nos acoge lo universal humano (...) respirar por un instante esa atmósfera rarefacta y vital, y consolarnos con la magnífica certeza de que nada la distingue de la que se estanca en nuestra alma o en la del campesino más humilde.

Su última anotación, antes del suicidio, fue esta: 
Todo esto da asco. 
Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más.

En esas páginas yace un hombre que a pesar de su profunda infelicidad nos ofreció algunos momentos felices a quienes le leemos. Sin duda, el oficio de vivir puede ser muy duro para algunas personas. 

Al año siguiente del suicidio apareció publicado el libro de poemas Verrá la morte e avrá i tuoi occhi. El poema más famoso de todos es el que prestó el título al libro.


VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo. Tus ojos
serán una palabra hueca,
un grito ahogado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando a solas te inclinas
hacia el espejo. Oh querida esperanza,
ese día también sabremos
que eres la vida y la nada.

Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como mirar en el espejo
asomarse un rostro muerto,
como escuchar un labio cerrado.
Nos hundiremos en el remolino, mudos.

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