jueves, 16 de agosto de 2018

TRATADO SOBRE LA TOLERANCIA, VOLTAIRE

La naturaleza dice a todos los hombres: os he hecho nacer a todos débiles e ignorantes, para vegetar unos minutos sobre la tierra y abonarla con vuestros cadáveres. Puesto que sois débiles, socorreos mutuamente; puesto que sois ignorantes, ilustraos y ayudaos mutuamente. Aunque fueseis todos de la misma opinión, lo que seguramente jamás sucederá, aunque no hubiese más que un solo hombre de distinta opinión, deberíais perdonarle: porque soy yo la que le hace pensar como piensa. Os he dado brazos para cultivar la tierra y un pequeño resplandor de razón para guiaros; he puesto en vuestros corazones un germen de compasión para que os ayudéis los unos a los otros a soportar la vida. No ahoguéis ese germen, no lo corrompáis, sabed que es divino, y no sustituyáis la voz de la naturaleza por los miserables furores de escuela (pp 85-86, cap. XXV).

El Tratado sobre la tolerancia parte de una injusticia (la condena a muerte del comerciante protestante Jean Calas). A partir de ella realiza una reflexión sobre la necesidad de dar prioridad a la moral ante cualquier dogma religioso, porque solamente los critérios éticos podrán resolver con justicia las diferencias surgidas de las distintas posiciones teológicas y políticas. 

Durante toda su vida y a lo largo de toda su obra, Voltaire no dejó de defender con pasión el uso de la razón para combatir todo dogma, prejuicio o superstición. La luz de la razón debía iluminar el oscuridad y acabar con cualquier tipo de fanatismo. Tal fue la energía empleada en este trabajo que, en Francia, el "siglo de las Luces" llegó a conocerse como el "siglo de Voltaire". 

El ingenio vivo y el estilo fresco del autor no era el que se necesitaba para establecer un sistema filosófico a la manera de Kant o de Goethe; sin embargo, era una herramienta muy capaz y muy válida para desarrollar ideas que llegaran a todo el mundo en forma de pensamientos, aforismos, cuentos, cartas, obras de teatro o diccionarios. Su excelente capacidad comunicativa unida a sus extraordinarias dotes para la sátira y el humor fueron muy efectivas.

Ni tan siquiera sus ideas eran originales, procedían de Locke, de Newton o de Bayle; pero nadie como él para crear lemas y hacer ver las contradicciones que se escondían dentro de las costumbres, creencias y dogmas diversos. Y nos llama a ser intolerantes solo y exclusivamente contra la intolerancia. Mientras tanto, pensad por cuenta propia y dejad que los demás disfruten del derecho a hacer lo mismo.

Leer a Voltaire es un regalo; practicar su pensamiento, una necesidad.

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