viernes, 22 de junio de 2018

CANON, de Jaime Siles

Vuelvo a leer un librito que tenía ya olvidado y perdido, y que gracias a la reedición vuelve a mis manos: Canon, de Jaime Siles, galardonado en 1973 con el hace mucho tiempo desaparecido Premio Ocnos. Libros del Aire lo rescató con motivo de su cuadragésimo aniversario.

Jaime Siles pertenece por edad a la que él mismo denominó como generación del lenguaje y que más habitualmente conocemos como novísimos, lo que quiere decir, a muy grandes rasgos, que el marco estético en el que se sitúa es aquel en el que se prima una cuidada estética, un extremado rigor de la palabra, un trabajo metapoético y un acusado carácter intelectual. No es, por tanto, una poesía fácil, pero sí es una poesía que nos puede ofrecer grandes gozos estéticos, una vez rebasadas las primeras dificultades

De este título hay un par de poemas que han superado el paso del tiempo y que continuamente se repiten cuando se habla de él: "Tragedia de los caballos locos" y "Daimon Atopon". El primero os lo dejo en forma de vídeo y en la voz del autor, transcribo el segundo.



DAIMON ATOPON

A Marifé y Pepe Piera
              
I

Se te puede buscar bajo un ciprés de espuma,
en los dedos del aire, metálico del sueño,
en un volcán de pájaros incendiados de nieve
o en las olas sin voz de los peces de plata.
            
Te ocultas en los ríos,
en las hojas de piedra,
en las lunas heladas.
Vives tras de las venas,
al borde de los dientes,
invisible en la sangre, desnuda, de la aurora.
            
Te he visto muchas veces arder en los cristales,
saltar en las pupilas,
consumirte en los ecos de un abismo innombrable.
            
Tu sombra me dio luz,
acarició mi frente,
se hizo cuerpo en mi boca.
Y tu mirada quema, relámpago de hielo,
humo en las cejas,
lava.
              

II

Árbol de olvido, tú,
cuerpo incesante,
paloma suspendida sobre el vértigo.
Hay una sal azul tras de tus cejas,
un mar de abierto fuego en tus mejillas
y un tic-tac indecible que me lleva
hasta un profundo dios hecho de espuma.
            
Y es otear el aire,
arañar el misterio,
acuchillar la sombra.
            
Y te voy descubriendo,
metálica mujer, entre el espino:
un murmullo de sangre transparente
en el rostro perdido del silencio.

              
III

Por ti la luz asciende a mediodía,             
arena prolongada hasta mis labios,
hilo de tierra ardiente y presurosa             
donde el espacio brota mas intenso.

Es un géiser de espuma,
de interrumpida lava,
de paloma incompleta
que multiplica el aire en dimensión de voces.
            
Todo es música, nota, diapasón.
Hasta los cuerpos, en la nada, suenan.


No es mi intención ocuparme del análisis de la obra de nadie, ni este es un espacio para ello. Pero si alguien necesitara alguna ayuda orientativa, además de la bibliografía especializada, siempre puede acudir al vídeo del profesor Jesús G. Maestro en el que, a partir de la exégesis que realiza de Himnos tardíos, ofrece las claves para adentrarse en la obra del poeta valenciano. Advertencia: el vídeo es como una clase grabada, el lenguaje que utiliza es, por tanto, técnico.

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