martes, 1 de mayo de 2018

RUMORADA

Javier Gil es, sobre todo, un autor teatral, pero cultiva la narración desde que en 2006 publicó La tarjeta. Rumorada es, por tanto, su segunda novela y espero que no sea la última. Rumorada tiene por subtítulo Delirio fronterizo de traca y música de banda, lo que ya nos indica cuál puede ser el tono de la historia. Efectivamente, se mueve dentro del rumor (cotilleo popular, para ser más explícitos) como tema y como crítica, y la humorada. 

La historia nos cuenta un despropósito que cualquier persona sensata podría entender como auténtico disparate si no fuera porque la realidad ya nos había ofrecido el mismo disparate un poco antes: la falsificación de unos fragmentos de cerámica  con textos que no corresponden al yacimiento.

Sin duda, el punto de partida puede ofrecer muchos aspectos humorísticos. Pero si añadimos el ambiente garrulo de la pequeña localidad en que se sitúa la historia, los tejemanejes de la mediocre clase política por sacar beneficio, la vanidad de cierta intelectualidad por recibir honores y reconocimientos, y la locura del vecindario convenientemente espoleada, tenemos un auténtico disparate en el que se suceden las escenas más locas y divertidas.

Por si no bastaran esos ingredientes, el autor añade nombres de otros siglos a todos sus personajes —Eutropio Gastón Ribera, Rosa de Lima Carreter y Lanuza, Calpurnio Veremúndez, Casimiro Ladrón Gordo...—, lo que por sí mismo crea un ambiente jocoso, más aún si unimos nombres a funciones. Por ejemplo, el último de la lista es el del concejal responsable de... ¡la seguridad ciudadana!

Lo que ya no sé si funciona tan bien es utilizar una dicción antigua. Me da la impresión de que no agrega nada al disparate humorístico la redacción en un castellano lleno de subjuntivos, pronombres enclíticos y modos de otra época: Y fuera así el mensajero de tal modo apremiado por todos que, enseguida, se olvidara ya del pretexto para pasar directo al rumor (p 21). Supongo que el autor ha querido dar ese tono arcaizante para acentuar el aspecto satírico.

Lo bueno que tiene el tono jocoso es que entre puya y sonrisa, entre chiste y humorada se nos va ofreciendo una visión más profunda que tiene que ver con la realidad cotidiana: El mundo no es más que simulacro y apariencia, quiero decir: espectáculo; y que más importante incluso que la propia realidad viene a ser la representación escénica de la misma, bien a través de los medios, bien directamente desde lo individual cotidiano. Lo importante es representarla adecuadamente y saber venderla (p 264-5).

Como el propio autor nos dice, Rumorada enlaza con la estética de su "comedia cruel". Yo agregaría que el título está muy cerca de otra palabra que puede fácilmente venirnos a la memoria: astracanada. Un poco del primer Almodóvar como lectura de fin de semana puede resultar muy relajante. 

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