martes, 29 de mayo de 2018

FRACTALES Y ASPIRACIONES

Fuente: pijamasurf.com
Déjame explicarte:
  • Soy un objeto irregular. Es decir, no soy uniforme. Puedes reconocer partes de mí, pero no me puedes definir simplemente como a otros objetos.
  • Soy autosimilar. Cada parte de mi, está hecha con partes mas pequeñas de mi mismo, similares entre sí.
  • Soy ilimitado. Cuanto mas pequeña sea la parte de mi que observes, mas partes similares seguirás encontrando… hasta el infinito. Aunque podrás inicialmente observarme como un objeto limitado, en realidad, no tengo límites… solo debes mirar desde un poco mas cerca.

Así se expresaba el fractal a través de Daniel Hazeldine en el artículo Soy un fractal, publicado en Naukas el pasado 13 de abril y que recomiendo leer por su sencillez y claridad. 

Fuente: harmonia.la

La verdad es que desde que en 1975 Benoît Mandelbrot propusiera el término para referirse a los objetos geométricos cuya estructura básica se repite a diferentes escalas, no ha hecho nada más que extenderse y hacer que el número de enganchados al fractalismo aumente, tanto en el campo de la geometría como en el del arte, que son las dos disciplinas relacionadas directamente en sentido estricto con él.  

Sin embargo, y como consecuencia del encanto magnético de las imágenes fractales —ya sean naturales, ya sean inducidas— "lo fractal" hace tiempo que superó los dominios del número y de las artes plásticas. Así, existe una literatura fractalmanifiesto incluido— que reivindica la recursividad, y existe una música fractal que también reclama la repetición como bandera.

Tal vez el músico que haya dedicado más tiempo y talento a la producción de música fractal sea el brasileño Dmitry Kormann:


También existe una arquitectura fractal o, incluso, una psicología fractal, pero no tengo muy claro si el nombre es muy apropiado, ya que parece más adecuado hablar de psicología sistémica u holística que fractal. En fin, ellos sabrán.

Lo que me llama la atención de este tipo de modas es la necesidad que parecemos tener de apuntarnos a una tendencia —la última, por supuesto— para conseguir notoriedad, repercusión, presencia, fama, en el mundillo en el que nos movamos. Da la impresión de que no importa tanto la bondad de lo que hagamos, sino conseguir reconocimiento.

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