domingo, 17 de diciembre de 2017

EL DIVERTIDO UNIVERSO QUE INCLUYE A EINSTEIN Y TODA ESA PANDILLA

Me regalaron este raro y divertidísmo ejemplar el viernes. Antes de darlo a conocer aquí, me he asegurado de que es posible adquirirlo, aunque no he encontrado ninguna biblioteca que dispusiera de él. El libro se publicó en inglés en 1943, en plena guerra mundial, y dos años después se hizo la traducción al castellano. De su autor, Richard Dark no he podido averiguar nada; sobre Thomas Derrick, el ilustrador, hay un generoso artículo en Wikipedia e incluso he podido ver su fotografía.

Por si el título no es suficientemente explícito, hay un subtítulo que nos indica que estamos ante una Guía de una muchacha para comprender a Einstein y toda esa pandilla. Es decir, se trata de un pequeño libro de divulgación realizado a comienzos de los 40 del pasado siglo, que tiene la intención de ser lo más claro posible, pero sin renunciar a un tono fuertemente humorístico, con la intención de hacer el contenido más próximo y ameno.

El contexto del que parte el autor es que hace 75 años la teoría de la relatividad era considerada como algo incomprensible, y Einstein algo así como un sabio del que no se sabía muy bien si hacía propuestas científicas o inventaba cosas sin sentido. Esta distancia entre la gente de a pie y la élite de científicos que entonces andaba enredada con la física cuántica, se hace más grande si cabe al poner como receptora del mensaje una adolescente de la época que aún tiene muchos tintes victorianos. 

Desde luego, no podemos buscar en él conocimiento científico de ningún tipo, pero yo me he reído a gusto con este divertido universo cuya pretensión no es otra que proporcionarnos unos momentos hilarantes, tanto con el texto como con las ilustraciones. Os dejo un ejemplo que deberéis ampliar para poder leer —atención al famoso Pomponio Mela—:


Por supuesto, termina proponiendo que Einstein y su pandilla sean convenientemente recogidos en un centro para que hagan mucho trabajo manual y lean literatura edificante, además de practicar juegos de salón, porque haber acabado con el tiempo y con el espacio no puede ser nada bueno para una mente que pretenda estar despejada y en su sitio. Faltaría más.

Muchas gracias, Luis.

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