sábado, 18 de noviembre de 2017

GASTÓN BAQUERO


Gastón Baquero fue un hombre bueno, bueno e invisible, como otras muchas personas buenas a las que el mundo ningunea. Primero fue el exilio de su tierra natal; luego, el silencio y el vacío que la intelectualidad de la tierra de acogida le ofreció. Tal vez para acompañar esa oquedad en la que habitaba, cuando viajaba en tren se colocaba un cartelito en el que se podía leer: Soy mudo.

Reconocido después de muerto —¿a quién le importan las alabanzas y las glorias cuando ya no se puede disfrutar de ellas?—, su obra hoy es fácilmente localizable en librerías y bibliotecas gracias a la labor editorial de Verbum.

Maria Zambrano, una de las primeras personas en reconocer la enorme valía poética de la poesía cubana que se estaba gestando en torno al grupo Orígenes, dejó escrito en La Cuba secreta: Bastarían la poesía de Lezama y la de Gastón Baquero para que se probara esto: que la suntuosa riqueza de la vida, los delirios de la sustancia están primero que el vacío; que en el principio no fue la nada...


LAS ESTRELLAS

¡Cuántas estrellas anoche!             
¡Yo las veía tan claras y cercanas
como higos de cristal, como frutillas azules!             
Me parecía, Teresa,
que todas las estrellas te miraban
con la misma alegría con que te miran             
los ojos de mi alma.

Bocarriba en el campo,
solos la tierra y yo con las estrellas,             
yo ponía mis ojos
en el pueblo de ojillos azulosos
que desde arriba podía contemplarte             
con tantos ojos como estrellas tiene
el cielo blanco.

¿O serán las estrellas             
las orejas del cielo,
por donde arriba oyen
tu cantar cuando hilas             
o tu risa en el baile?

¿O serán las estrellas
como un sarpullido             
que en la piel del cielo
provoca rasquiñas,
y comezón, y ansias,             
y por eso titilan
y brincan las estrellas?

No: son ojos las estrellas,             
son miradas, son fiestas.
Yo anoche bien veía
que estaban contentas y felices,             
como quien puede mirar desde un collado
a una moza llamada Teresa             
mientras va por la cabra
o recoge azucenas.

Y yo quería tener, yo deseaba             
tantos ojos como tiene el cielo
para verte con ellos. Yo me sentía             
el cuerpo hecho un acerico
de estrellas y de ojos.
Por la piel             
me picaban y corrían
todas las estrellas.
¡Pudiera yo ser cielo             
y eternamente verte
con los innumerables ojos
de mis estrellas!             

Sentados a los pies del profesor
preguntábamos: ¿y la eternidad?
Y el buen viejo nos miraba con enojo,
hasta que por fin decía, contemplándose las manos:
"La eternidad no ha sido definida, pues se necesita
una eternidad entera para que abarquemos
el concepto de la eternidad. ¿Habéis comprendido?"
Y nosotros, sentados a los pies del profesor,
nos reíamos tanto, reíamos con tan poco cansancio,
que nos llevaba una eternidad consumir la risa
producida por la definición exacta de la eternidad

               De Poemas escritos en España, 1960.

Ahora uno de sus poemas más famosos, "El testamento del pez", leído y explicado por el propio autor: 


El audio de Alejandro Alcalde en La víspera del infinito. Las hermosas palabras del cantante Carlos Cano antes de cantar el poema "Yo te amo ciudad" cobran todo su sentido.


Y si estáis con ánimo para una tesis doctoral —las tesis doctorales también pueden leerse sin miedo y con provecho—, la de Diana Aradas Blanco, 

Universalidad e intertextualidad en Gastón Baquero (La raíz, el tronco y las ramas: España, Cuba e Hispanoamérica en el árbol de su poesía) es un excelente instrumento para introducirnos en los pormenores de la obra poética de este cubano que empieza a dejar de ser invisible.

Nos vemos en la tertulia del próximo mes.

2 comentarios:

  1. Gracias por tus palabras sobre mi tesis. La poesía de Gastón Baquero merece ser recuperada.

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    Respuestas
    1. Gracias a ti, Diana, por todo el conocimiento acumulado y tan bien expuesto en ese trabajo.

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