martes, 5 de septiembre de 2017

SOBRE EL ETERNO RETORNO

¿Qué pasaría si un día o una noche se introdujera a hurtadillas un demonio en tu más solitaria soledad para decirte: «Esta vida, tal como la vives ahora y como la has vivido, tendrás que vivirla no sólo una, sino innumerables veces más; y sin que nada nuevo acontezca, una vida en la que cada dolor y cada placer, cada pensamiento, cada suspiro, todo lo indeciblemente pequeño y grande de tu vida habrá de volver a ti, y todo en el mismo orden y la misma sucesión —como igualmente esta araña y este claro de luna entre los árboles, e igualmente este momento, incluido yo mismo. Al eterno reloj de arena de la existencia se le dará la vuelta una y otra vez— ¡y tú con él, minúsculo polvo en el polvo!". ¿No te arrojarás entonces al suelo, rechinando los dientes, y maldiciendo al demonio que te hablara en estos términos? ¿O acaso ya has vivido alguna vez un instante tan terrible en que le responderías: «¡Tú eres un Dios y jamás he escuchado nada más divino!»? Si aquel pensamiento llegara a  apoderarse de ti, tal como eres, te transformaría y tal vez te aplastaría, la pregunta decisiva respecto a todo y en cada caso particular sería ésta: «¿Quieres repetir esto una vez más e innumerables veces más?». ¡Esto gravitaría sobre tu acción como el peso más pesado. Pero también: ¡qué feliz tendrías que ser contigo mismo y con la vida, para no desear nada más que esta última y eterna confirmación y sanción! (La ciencia jovial, aforismo 341. Traducción de Germán Cano. Ed. Gredos, 2010 —para otras traducciones: La gaya ciencia—). 

Vaya por delante que lo que más aprecio del pensamiento de Nietzsche es la defensa de la vida contra la presión que sobre ella ejercen el Estado, la economía y la moral tradicional. Sin embargo, me falta imaginación para los experimentos mentales y soy más dado a la expresión clara y precisa que a la barroca. Nunca he empatizado con la idea nietzscheana del eterno retorno de lo mismo ni sus derivaciones trascendentales; la filosofía es una de mis pasiones, pero no la especulación que se pierde en la retórica o en la metafísica; y en cuanto a la ética, soy partidario de la que se construye desde el diálogo y la negociación. 

Dicho esto, me sorprendió tanto como me agradó encontrarme con la refutación que Georg Simmel hizo de la idea del filósofo de la voluntad de poder
Supongamos que hay tres ruedas de igual tamaño, girando sobre el mismo eje, un punto marcado en la circunferencia de cada rueda, y estos tres puntos están alineados en una línea recta. Si la tercera rueda gira dos veces más rápido que la primera, y si la velocidad de la segunda rueda es 1/π de la velocidad de la primera, la alineación inicial nunca volverá a ocurrir (Walter Kaufmann, Nietzsche: Philosopher, Psychologist, Antichrist1974. p 327). 
Imagen tomada del artículo de Alfonso Araujo
Lo que realmente me gusta de esta confrontación de ideas es cómo disciplinas tan aparentemente dispares y distintas como la filosofía y las matemáticas pueden entrar, y en este caso entran, a debatir y enriquecer puntos de vista diferentes, esto es, el conocimiento. Un hermoso ejemplo de lo que debería ser la práctica del saber. Que luego cada cual se quede con el argumento que le parezca más sólido.

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