miércoles, 28 de junio de 2017

HISTORIA TORCIDA DE LA FILOSOFÍA

Luis Soravilla es un ingeniero que se licenció en Humanidades y que trabaja en el mundo editorial. Es autor de varios títulos, entre los que destacan sus historias torcidas. Una sobre literatura y esta de la filosofía, de la que ha publicado el primer volumen. No son manuales para que los estudiantes aprueben la selectividad. Son historias muy personales, con altas dosis de humor y absolutamente irreverentes con las que busca más nuestra complicidad y hacernos pasar un buen rato que introducirnos en el conocimiento académico de la materia tratada. 

De entre los pasajes que a mí me han parecido más divertidos (y el humor es cuestión de gustos), he entresacado este en el que está contando las tres fases que atraviesa el pensamiento escolástico (pp 338-340): nacimiento, fase contestataria y fase crítica. Transcribo la última de ellas, la crítica:

Hasta ese momento, la filosofía dependía de la teología.
—¿Eso que quiere decir, maestro?
—¿Que los filósofos buscan la verdad, hijo mío, pero solo darán con ella si atienden a lo que dice la Iglesia que es la verdad verdadera, que viene dada por la Palabra de Dios.
—A ver que me aclare... ¿Para qué buscan la verdad, si ya sabemos cuál es?
—Para que no se diga que no atendemos a razones.
Pues en esta última fase, que dura todo el siglo XIV y los siguientes, ocurre que la teología se queda para vestir santos, y la filosofía la deja plantada y bien plantada y se va con otra.

—Mira, Teología, lo nuestro no puede seguir así. Quiero volar por mi cuenta, ver mundo, tener nuevas experiencias...
—¡Filosofía! ¿A quién estás engañando? Que he visto con qué ojitos miras a Ciencia. ¡No tienes vergüenza! ¡Con Ciencia! ¡Con esa pelandusca...! ¡Me vas a hacer llorar!
—Teología, por favor, no te pongas así, no quiero hacerte daño...
—¡Eso dicen todas! ¡Vete con Ciencia! ¡Vete! Ya veo de qué pie calzas (sic), Filosofía. ¡No me esperaba esto de ti!
—Teo, por favor, chiquitita...
—¡Chiquitita tus muertos! ¡Y quita las manos de ahí! ¡Ya sé lo que quieres! Siempre pensando en lo mismo. Si ya lo sé yo, ya lo sé, ya me lo decía mi madre... ¿Te crees que no tengo ojos en la cara? ¡Con esa guarra, además! Recuerda lo que te digo: Si sigues jugando a experimentos con Ciencia, se te va a caer la metafísica a cachos. ¡Que conste que te he avisado!
—Teo...! ¡No me lo pongas difícil!
—¡Te lo pongo como me da la gana!

La escolástica, agitada por esta separación entre filósofos y teólogos, resistirá más mal que bien durante muchos años más, amargada, confusa, centrándose en la metafísica más platónico-aristotélica y pasada de vueltas que puedas imaginar. Pero esta crisis —esta ruptura, mejor dicho— será la semilla de toda la filosofía moderna y contemporánea. La escolástica ha muerto, aunque no se acaba de enterar.

Este es el tono general de todo el libro. Mucho coloquialismo, mucho diálogo y mucha sátira mordaz con la inmensa mayoría de los filósofos, aunque algunos de ellos son tratados con delicadeza y cariño, a pesar de la humorada desternillante que es todo el texto. 

Apto solamente para quienes carezcan de la tendencia a idolatrar las figuras que se recogen en los manuales.

2 comentarios:

  1. A ti por escribirlo. Es un honor que el autor pase por aquí y además me dé las gracias por haber disfrutado con su obra.

    Otro abrazo.

    ResponderEliminar

NO HAGO PÚBLICOS LOS ANÓNIMOS. ESCRIBE TU NOMBRE DESPUÉS DEL COMENTARIO.