viernes, 28 de octubre de 2016

CUANDO EL MUNDO YA ESTABA EN SU LUGAR


Cuando el mundo ya estaba en su lugar,
pero la luz aún no había nacido,
en aquel improbable entonces,
peces, aves, mamíferos e insectos,
vertebrados e invertebrados todos,
también los seres vegetales,

eran felices
—si es que la felicidad es algo—

porque el ser humano no había apartado 
la poderosa niebla que cubría el tiempo,
no había inventado las ciudades,
desconocía el algoritmo que guarda los secretos 
de la información y de las cuentas bancarias,
ignoraba la existencia del átomo y sus partículas,
su poder transformador quedaba reducido
al gesto de la manos
y a la seducción de la mirada.


Cuando el mundo ya estaba en su lugar,
aparecimos,
                  y quisimos cambiarlo de sitio.

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