domingo, 4 de septiembre de 2016

CELEBRACIÓN DE RAYMON SMULLYAN

Había una vez un hombre que no tenía reloj ni de bolsillo ni de pulsera, pero tenía un reloj de pared muy exacto que sólo se paraba cuando se olvidaba de darle cuerda. Cuando esto ocurría, iba a casa de un amigo suyo, pasaba la tarde con él y al volver a casa, ponía el reloj en hora. ¿Cómo es posible esto sin saber de antemano el tiempo que tardaba en el camino?

Hay personas extraordinarias en todos los ámbitos de la actividad humana. Afortunadamente. Desprenden una energía especial y nos sirven de estímulo y de ejemplo. Es como si estuvieran ahí para darnos un empujoncito, una palmada o una sonrisa con la que emprender, más animados, el camino.

Uno de esos seres extraordinarios es, atención, el matemático, lógico, filósofo, ajedrecista, mago y divulgador científico Raymond Smullyan. Hace unos años di noticia de su libro Alicia en el país de las adinanzasLo que no sabía entonces es que, además de ser un brillante lógico-matemático y un comunicador del más alto nivel, era también un pianista más que aceptable, y que cuando los divulgadores matemáticos se reunen para hablar de sus cosas y de sus números, suele amenizarles la copa que se toman entre ponencia y ponencia interpretando a Bach.



¡Larga vida al lógico más juguetón que conozco! (Ya tiene 97).

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La solución al problema inicial, en la página 32 del libro.

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