martes, 5 de abril de 2016

UN PASEO POR TIERMES




Lo primero que nos recibe al llegar al Yacimiento Arquológico de Tiermes —si es que os habéis saltado el museo y centro de interpretación— es la ermita románica de Sta Mª de Tiermes, obra del siglo XII y señora del lugar. Los doce capiteles del pórtico son estupendos. 


Después de la sorpresa de la ermita y la necrópolis medieval, el segundo recibimiento es el que nos hace el silencio, el profundo silencio de la zona, solamente roto por el canto de algún pájaro —a mí me recibió el del cuco— o el ulular del viento. 

Hechas las presentaciones y comprobado que el lugar desprende encanto por todas sus piedras, lo mejor es dejarse llevar por el itinerario sugerido en los propios paneles o por el que ofrece la guía que ha elaborado la Asociación de Amigos del Museo de Tiermes y que podéis descargar aquí.
Graderío excavado en la roca
Ya metidos en pleno recorrido, estas son algunas de las pequeñas sorpresas que el sitio nos depara a medida que avanzamos por él: el foro, las tiendas, la casa del acueducto, las viviendas rupestres, la cavea... Hay algo formidable y extraño en un lugar que sabemos que ha sido habitado y del que solo quedan unos pocos restos y un profundo silencio. 

Repito lo del silencio, porque es real, al menos cuando yo estuve. El hecho de que esté alejada de cualquier población y de que el día que yo pasé no hubiera nadie, realmente dota a esta antigua ciudad, primero celtíbera y más tarde romana, de un encanto especial, más allá del que las piedras, por sí solas, pueden transmitir.

Entrada al acueducto
 Y, por supuesto, no dejéis de recorrer los 140 metros de acueducto. Hay un aviso para los que sienten claustrofobia, pero una simple linterna de teléfono es suficiente para dejar a un lado el posible sentimiento de ahogo. En cualquier caso, superados los primeros 70 metros, las rejillas superiores permiten movernos por él sin necesidad de ayudas luminosas.


Interior del acuducto
Si además sois aficionados a la astronomía, sabed que todos los veranos, a primeros de septiembre, se celebran allí unas jornadas astronómicas, con observación nocturna, intercambio de experiencias, talleres y, cómo no, visita guiada al museo y yacimiento.

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