jueves, 21 de enero de 2016

CEGUERA MORAL, Zygmunt Bauman

Espoleado en mi curiosidad por la entrevista que publicó Babelia el sábado 9 de enero, acudo a una biblioteca y me hago con Ceguera moral, escrito conjuntamente con Leonidas Donskis. En realidad es un diálogo escrito en el que Donskis expone un tema y su punto de vista, y Bauman, a manera de respuesta, amplía la reflexión sobre el mismo.

El libro está dividido en cinco grandes apartados: la moralidad personal, la moralidad en el ámbito político, la pérdida de sensibilidad provocada por el miedo y la indiferencia, el momento actual de la universidad y una reflexión sobre la crisis de occidente a partir del  ya clásico título semihomónimo de Spengler.

Como recordaban en la entrevista, Bauman es un pesimista y eso, en el mundo de los diagnósticos siempre ha cotizado al alza. Un análisis pesimista siempre ha gozado de mayor credibilidad y se le ha ofrecido una mayor carga de agudeza y perspicacia. Esto es así desde que somos capaces de escribir libros. Lo curioso es que él mismo descubre los motivos cuando habla de las teorías conspiratorias, pero no se aplica el cuento —capítulo 3—.

Dicho esto, sería conveniente señalar que tal vez el título no recoja muy bien el contenido. Si alguien espera que este libro sea una reflexión ética, se encontrará con que, antes bien, es un análisis sociopolítico del mundo actual. Es cierto que la reflexión en torno a la moral aparece, pero no más, por ejemplo, que el anális cultural. 

Ciertamente, y tratándose de algo así como una conversación, es comprensible que los temas y los puntos de partida se entremezclen. Pero en ocasiones se entremezclan tanto, que el primer capítulo, en mi opinión, resulta confuso y más propio de una persona a la que las formas y pautas de manifestación en la sociedad actual le desbordan, y reclama las del pasado. Nostalgia del ayer, diría yo, al que se le da la categoría de sólido. El hoy es más escurridizo.

Sin entrar a valorar la eclosión de formas nuevas que la aparición de internet y las redes sociales han supuesto —un herramienta no es buena o mala per se, lo que es bueno o malo es el uso que yo hago de ella—, no veo ideas nuevas en el juicio general y negativo sobre nuestra sociedad. Este es un punto de vista que todos los pesimistas han sostenido desde la Antigua Grecia hasta hoy. Veo, eso sí, expresiones nuevas para nombrar fenómenos y comportamientos viejos.

Tal vez esté ofreciendo una mala impresión del libro. Sin embargo, comparto la mayoría de las ideas que en él se expresan: la obsesión por la seguridad de los Estados es un horror, la manipulación que los medios de comunicación realizan es inaguantable, el control que el capital hace sobre la política es insufrible... Ocurre que no me interesa mucho aquella lectura que se queda en la descripción de lo que ya conocemos y me interesa más la que, después de describir, ofrece soluciones. Llorar de vez en cuando es necesario, pero no como un estado —este sí, absolutamente líquido—en el que vivir. 

2 comentarios:

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