miércoles, 9 de octubre de 2013

RITOS, MITOS Y COSTUMBRES

Para los amigos con los que, afortunadamente, todavía discuto.

A veces da la impresión de que hemos avanzado mucho con respecto a sociedades del pasado y, sin embargo, no somos conscientes de que se nos cuelan por todas partes formas sociales que tienen mucho más que ver con creencias antiguas que con la práctica consciente y racional. De hecho, toda práctica, forma y creencia religiosa procede de otra anterior. En sí mismas, las creencias religiosas se van depurando, superponiendo y perfilando, adaptándose paulatinamente al tipo de cultura dominante. Así, en el ámbito de la sociedad europea actual, más racional y tecnológica que la de, pongamos, hace 5000 años, nos encontramos con un dios más o menos abstracto y racional con características propias de la sociedad en la que radica, mientras que la multiplicidad de dioses, cada uno de ellos con funciones concretas y específicas, relacionadas con actividades, temores o creencias propias de una sociedad neolítica, han desaparecido o se han transformado.

A veces, sí, da la impresión de que hemos cambiado mucho, pero los ritos ancestrales se nos cuelan por todas partes e impregnan nuevos ritos y costumbres de los que parece imposible desprendernos. De esta manera podemos encontrarnos con una persona agnóstica, laica y con formación universitaria que, por ejemplo, celebra su santo, participa en rituales y ceremonias del tipo bodas, bautizos, comuniones o funerales sin pestañear lo más mínimo, o altera su trayectoria para no pasar por debajo de una escalera. Y mientras da la enhorabuena a quien corresponda, sigue hablando de ingeniería genética, de cálculo infinitesimal, de los progresos en la lucha contra la malaria o de las probabilidades de encontrar vida inteligente en un exoplaneta. Dicho de otra manera: seguimos manteniendo un apego irracional a formas rituales que tienen su origen y fundamento en las sociedades tribales y religiosas, cuando la religión era una forma de explicar fenómenos naturales.

A veces da la impresión de que sabemos muchas cosas de la naturaleza del mundo y de que tenemos explicación para casi todo. Da la impresión de que los conocimientos científico-tecnológicos nos darán todas las respuestas y nos proporcionarán todas las soluciones a los problemas que tenemos. A veces da la impresión de que los avances en cada uno de los campos del saber nos van a hacer, incluso, mejores. Y seguramente es o será así, no lo sé, pero ¡qué resistencia tan brutal ponemos a cambiar y a adecuar nuestro comportamiento más irracional, nuestro sistema de ritos, mitos y costumbres, por un comportamiento y un sistema más propio de una sociedad racional, abierta y consciente de lo que hace y de por qué lo hace!

A veces, sí, nos creemos racionales, modernos, muy hijos del tiempo en que vivimos y mientras estamos ensalzando descubrimientos y adelantos que proporcionan ventajas indiscutibles a nuestra sociedad, salimos corriendo a celebrar saturnales, participamos en los más variados ritos ancestrales y disfrutamos como niños en celebraciones mágico-religiosas de todo tipo. Y es que las creencias se nos cuelan por todos y cada uno de los poros del pensamiento mágico o, tal vez, por los presupuestos de cultura de los ayuntamientos, que cuanto más a la izquierda estén parece que más obligados están a destinar mayor presupuesto para que el rito parezca más antiguo, más auténtico, más pegado a los dioses. O, tal vez, es que yo sea un aguafiestas. En cualquier caso, por favor, no me invitéis a participar en vuestros ritos.

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