La situación era insoportable,
los derechos civiles estaban en peligro,
la corrupción política parecía no tener techo,
la economía era un campo de cultivo
para que los grandes truhanes
siguieran cosechando riquezas
a costa del trabajo de personas inocentes,
los derechos humanos
se encontraban al borde de la anemia.
Era necesario despertar a todas las conciencias,
sólo la actuación solidaria y conjunta
podía sacar de la crisis a la sociedad.
Se hacía urgente la convocatoria
de todo tipo de manifestaciones
y actos reivindicativos.
Por eso,
cuando su hija le pidió
que jugara un ratito
con ella y sus muñecas,
le contestó que no tenía
tiempo
para perderlo
en tonterías.
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