sábado, 28 de mayo de 2011

MIDNIGHT IN PARIS



La nostalgia es la materia con la que están construidos buena parte de los sueños y una gran parte de la literatura. La nostalgia es, desde mi punto vista, ese peligroso estímulo que nos hace percibir realidades ya pasadas como deseables; un impulso, en definitiva, que nos empuja a desear vivir en el pasado.

Sobre ese tema construye Woody Allen una comedia romántica (¿no es la mayor parte del romanticismo una gran explosión de nostalgia?) que se deja ver apaciblemente, que nos seduce en muchas ocasiones y que nos arranca más de un sonrisa cómplice a veces, y en otras, distante.

Como siempre, el personaje principal no deja de ser él mismo, en sus dudas, en sus inseguridades, en sus deseos, en sus neuras, en su siempre presente necesidad de halago y reconocimiento. En este caso está representado a través de un guionista de Hollywood que desea convertirse en novelista al amparo de la lluvia parisina que, según dicen, hace más bella la ciudad.

En mi opinión, lo más divertido de la película es la inmersión en el París de los años veinte cada vez que suenan las doce de la noche (Cenicienta al revés). Allí pululaban todo tipo de artistas, algunos de ellos magníficamente esbozados, como es el caso del narcisista y volcánico Hemingway, o de la excelente animadora cultural y mecenas de la época Gertrude Stein.

1 comentario:

  1. Es una de las películas que quiero ver. Gracias por la recomendación. Tomo nota. Además aún ¡¡¡¡¡ no conozco París !!!!! Besos.

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