miércoles, 22 de julio de 2009

TIME STOP (3ª parte)

Time stop es un cuento de Diego Consuegra.

Me puse los guantes de látex y tarde unos 15 minutos en encontrar 7800 euros en un sobre dentro de un cajón. Esperaba más. Con todo el dinero que nos robaban imaginé que en el banco habría dinero para jubilarme pero no fue así. En las cuatro cajas que funcionaban había otros 3000 euros pero no los toqué. No quería revuelos cuando volviese a conectar la pila y me encontrase en la cola. Para evitar problemas decidí volver a casa para dejar el dinero. La sensación en el camino de vuelta era la de una ciudad vacía. Ni un ruido. Todo estático. Estaba muy inquieto pero el dinero en el bolsillo me tranquilizaba. En media hora me encontraba de vuelta en el banco. Me coloqué de nuevo en la fila y no pude evitar volver a tocar a la chica que tenía delante. A pesar de mi nerviosismo coloqué a la primera la pila en su sitio, esperé mi turno, tramité un recibo que tenía que pagar con la cajera del banco y me marché con una sonrisa mitad miedo mitad placer.Hice lo mismo en unos siete bancos más. La diferencia era que quitaba la pila al salir de casa y así me evitaba aparecer en ninguna cámara de seguridad. En poco tiempo me hice con unos 80000 euros. De los bancos pasé al chollo de los hipermercados, es increíble el dinero que te encuentras en las 50 cajas de un hipermercado un día de fiesta. Parece que la gente gasta más cuando es fiesta y como los hipermercados abren sábados, festivos y fiestas de guardar en poco tiempo conseguí más de 700000 euros. Para moverme por la ciudad e ir a los hiper usaba la bicicleta, los hiper solían estar en las afueras con lo cual hacía deporte y me forraba. No se podía pedir más. Cogía mi bicicleta y una bolsa de deporte. Antes de salir de casa ponía en marcha el TIME STOP y paraba el resto. Podía ir en coche hasta el hiper pero era mucho más divertido ir por la autopista, esquivando coches parados y adelantando Mercedes.Como me costaba disimular el dinero que tenía (si no lo gastas no lo tienes) y la prensa solo hacía que airear aquellos extraños robos decidí blanquearlo en la Once. Compré un cupón de un sorteo extraordinario de verano (la mejor época del año) con un premio de 18 millones de euros, cogí un tren y me marché a Madrid. Fue complicado pero divertido. Sentado entre los cuatro gatos que asistían al sorteo tuve que parar el tiempo seis veces. Una por cada número y otra para el de la serie. Cuando el bombo estaba girando y un momento antes de salir la bola, detenía el tiempo, me levantaba, abría el bombo, colocaba el número que correspondía al de mi cupón y me sentaba. Hice lo mismo hasta conseguir tener el número premiado. Cuando terminó el sorteo me levanté con 18 millones de euros en el bolsillo y amor eterno a la Once. Esa misma noche paseando por la gran vía vi que estrenaban la última película de Mónica Belluci y que estaría presente en una rueda de prensa en el Ritz. Habían colocado una alfombra roja en la entrada del hotel y me mezclé entre un montón de gente histérica a esperar su llegada. Juro que no lo pude evitar. Cuando pasó con aquel vestido negro y aquel cuerpo cimbreante saqué la pila y alguna cosa más....Siento vergüenza al contarlo pero cada uno tiene sus fantasías (me encanta hacer el amor en los estadios) y Mónica Bellucci es una de ellas. Se que están pensando que hacer el amor de esta manera es indecente, rastrero y roza, si no lo es directamente, la violación. Y tienen razón en pensarlo, así que les diré en mi descarga que empecé tocándole el culo y acabe dándole un tierno beso. Nada más. Tocarle el culo y besarle sin lengua fue mi fechoría sexual. Muy pobre, de acuerdo, pero intensa. Un año más tarde conseguí sus favores con dinero y sin reloj. Me acosté con ella en Anacapri, en la suite del hotel Caesar Augustus. Me costó nueve millones de euros pero mereció la pena. Aquel día me dí cuenta de que el dinero lo puede comprar todo. Al día siguiente regresé a casa y me presenté en mi banco para pagar mi hipoteca. Pedí hablar con el director y una vez en su oficina coloqué el cupón premiado y un periódico encima de la mesa. Le enseñé la hoja donde aparecía el número premiado y luego con un leve movimiento de cabeza señalé el cupón.He venido a ingresar estos 18 millones de euros en su banco y a cancelar mi hipoteca _dije simulando cierta timidez que no sentía.Pocas veces he visto unos ojos más fuera de sus órbitas y una lamida de culo mayor. Le deje que hablase varios minutos glosando su banco y los enormes beneficios contables y fiscales que mi dinero iba a generar. Yo le seguí el juego con cara de interés y cuando estiró su mano para coger el cupón y meterlo en la caja fuerte le pedí que me lo dejase ver y tocar por última vez. Una vez con el cupón en la mano y después de mirarlo con cariño y darle un tierno beso extendí mi brazo para entregárselo. El director alargó la suya y justo cuando sus dedos lo rozaron hice un rápido movimiento y me lo guardé en el bolsillo.¡Plas! el siguiente movimiento fue todavía más rápido. Le pegué una sonora bofetada que le dejó marcados los cinco dedos. Lo siento. He cambiado de opinión. Antes pensaba que era usted un gilipollas y ahora pienso que es usted un gilipollas y un cabrón. Puede meterse mi hipoteca por el culo, demandarme o hacer lo que considere más oportuno.
Continuará...

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