domingo, 24 de junio de 2018

SOBRE LA FELICIDAD

Quino
Decía Eduardo Punset que teniendo en cuenta las últimas investigaciones científicas “la felicidad (…) depende de la organización social” (El Semanal, 11-01-2009); es decir, que nuestros sentimientos, nuestro estado de ánimo, se ven claramente afectados por la organización socio-política de la sociedad en la que vivimos.

Yo me tenía a mí mismo por una persona relativamente feliz; a ratos, incluso, muy feliz, especialmente desde que abandoné infancia y juventud y alcancé la autonomía suficiente como para organizar mi propia vida y decidir por mí mismo. Pero, mira por dónde, ahora encuentro la explicación a ese desfase que existe entre lo que opinan mis hijos y la percepción que tengo de mí mismo.

Me dicen ellos que soy un poco gruñón. Si es así, eso significa que no soy una persona feliz, porque cómo puede ser feliz una persona que se manifiesta a disgusto o enfadada. Y ahí estaba la explicación: la mala gestión de los políticos hace que yo no sea feliz. Y no es que quiera ahora hablar mal de los políticos, pero datos hay más que suficientes para decir objetivamente que nuestro mundo no funciona bien. Solo con que exista una guerra ya es suficiente para afirmar que nuestra sociedad no funciona bien, y la realidad es que en la actualidad hay muchos conflictos armados en nuestro planeta.

A pesar de todo, sigo considerándome una persona feliz. Debe de ser algo así como un empeñarme en querer ir a contracorriente. A contracorriente de las evidencias, a contracorriente de lo que ocurre en la sociedad —tanto próxima como lejana—, a contracorriente de lo que de vez en cuando me dicen en casa. O que me conformo con muy poco. Por ejemplo, con el placer que me aporta la lectura de un poema, la audición de una sinfonía o la contemplación de una puesta de sol como la de ayer.


Sea como fuere, intentaré seguir siendo una persona que se cree feliz y, desde luego, un poco menos gruñón cuando esté con mi familia. Mientras tanto, seguiré colaborando con Amnistía Internacional en cuantas campañas sean necesarias, a ver si logramos erradicar esa bestialidad que supone seguir matando personas legalmente a través de la condena a muerte. Este es, por cierto, el enlace donde podéis colaborar en la erradicación de esa barbarie.

Y que seáis felices.

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